El enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, ha advertido este viernes de que la escalada de tensiones en Oriente Próximo está llevando a "un conflicto más profundo" a Siria, país que está envuelto en un conflicto civil --que más tarde ha involucrado también a fuerzas externas-- desde 2011. "Existe un peligro claro y presente de una guerra regional más amplia que arrastre al pueblo sirio a su punto de mira... la necesidad más urgente del momento es una desescalada en toda la región, incluido un alto el fuego en Gaza", ha afirmado Pedersen, quien ha recordado que "Siria sigue sumida en un profundo estado de conflicto y división territorial". En un contexto de "divisiones militares y territoriales" en el que "la sociedad está fragmentada", la existencia de "una crisis regional que está en perpetuo peligro de estallar en Siria" hace aún más compleja la "terrible situación" del país, ha agregado el enviado de la ONU. Así las cosas, ha subrayado, "es poco realista pensar que se puede lograr la estabilidad" en Siria sin "un proceso integral facilitado por la ONU, en tanto que "las causas del conflicto continúan, los agravios son reales y duraderos y siguen existiendo visiones muy diferentes de la Siria posterior al conflicto". "Nosotros, como Naciones Unidas, estamos entre los pocos que pueden interactuar directamente con los sirios de todos los lados de este conflicto, no sólo con los actores políticos sino también con la sociedad civil, incluidas las mujeres, que traemos a Ginebra desde todos los rincones del país y desde la diáspora", ha enfatizado Pedersen. A este respecto, desde la organización han concretado que el propósito de ese proceso político auspiciado por la ONU habría de "avanzar en tres frentes críticos", incluyendo medidas para "revitalizar el estancado Comité Constitucional, generar confianza y forjar un nuevo enfoque integral que equilibre los intereses de todos". Estas declaraciones llegan en un momento de recrudecimiento de las tensiones entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el partido-milicia chií libanés Hezbolá, aliado del Gobierno de Bashar al Assad, tras las explosiones generalizadas de dispositivos inalámbricos en Líbano y Siria.