The Cure, eternos como los vampiros, reconquistan Barcelona

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Rosa Díaz

Barcelona, 10 nov. Como los vampiros, The Cure son eternos, pero no se alimentan de sangre, aunque los labios de Robert Smith lo puedan sugerir, sino de canciones hipnóticas que han revivido este jueves en el Palau Sant Jordi de Barcelona, en el primero de los dos únicos conciertos en España de la gira.

Cuatro décadas después de aquellos lejanos años ochenta en los que actuaron por primera vez en Barcelona, The Cure han demostrado que son capaces de saltar de siglo en siglo sin despeinarse (aunque lo cierto es que el pelo de Smith ya no es el que era) y, lo más importante, sumando nuevos públicos.

Con puntualidad británica, a las nueve de la noche se han apagado las luces del Palau Sant Jordi, el escenario se ha llenado de humo blanco y sus majestades The Cure, los reyes de la oscuridad, han aparecido entre sombras, sobre un escenario negro y austero.

Sin parafernalias que impidieran la visión desde los laterales del recinto, The Cure ha podido llenarlo hasta el máximo de su capacidad, con más de 17.000 personas que han recibido con gritos de placer y brazos en alto al indiscutible líder, Robert Smith, que ha llegado caminando tranquilamente, sin las ínfulas que podría tener el personaje mítico (y mil veces parodiado) en el que se ha convertido.

El primer tema ha sido "Alone", una canción nueva que probablemente aparezca en ese futuro disco largamente anunciado y todavía sin fecha de publicación, que los seguidores esperan desde que sacaron el último, hace catorce años.

No ha habido oportunidad de saber si al público le ha gustado el nuevo tema, porque la emoción del reencuentro ha dominado estos primeros minutos de concierto, pero hay que decir que los gritos de satisfacción han subido de intensidad cuando han sonado los tres siguientes, los infalibles y bien conocidos por los espectadores "Pictures of you", "A night like this" y "Lovesong", que han llevado hasta el último rincón de Sant Jordi el sonido inconfundible de The Cure.

Una banda que tuvo su momento de gloria creativa en los ochenta y los noventa, pero cuya gloria en directo sigue tan intacta como la voz poderosa de Robert Smith.

Tras "Loversong" ha llegado otra composición nueva, "And nothing is forever", una de las cinco que han ido estrenando a cuentagotas en esta gira y con las que la formación parece querer decir que lo del disco nuevo ahora sí que va en serio.

El público ha recibido bien estos adelantos, pero finalmente han quedado reducidos a precalentamiento cuando ha sonado "Forest", un temazo que el público ha acompañado con unas palmas perfectamente sincronizadas, mientras la pantalla gigante intentaba perturbarles con siniestras imágenes de bosques.

Una pantalla que poco antes había mostrando a los miembros de la banda en directo, en lo que parecía un romántico blanco y negro, pero que luego se ha comprobado que emitía en color, pero no había más color sobre el escenario que el negro de la ropa de los músicos y el blanco de sus caras, hasta que han entrado en escenas las luces rojas.

Tras más de hora y media de concierto, lo reyes de las tinieblas góticas se han ido sin despedirse, pero nadie se ha alterado porque es sabido que los conciertos de The Cure son larguísimos y eso implica algunos descansos.

La primera tanda de 'bises', si se les puede llamar así cuando son tantos, ha empezado con otra canción nueva, "I can't never say goodbye", dedicada al hermano muerto de Smith, del que no pudo despedirse, según ha dicho, y tres temas después la banda ha vuelto a abandonar el escenario.

Tampoco esta segunda vez se han hecho rogar y, a los pocos minutos, han vuelto para encarar una recta final frenética, en la que no ha habido tiempo para dejar de bailar.

La primera perla ha sido "Lullaby", que medio Palau ha inmortalizado con su móvil, y después han seguido "The walk", "Friday I'm in love", "Doing the unstuck", "Close to me", "Inbetween days", "Boys don't cry" y "Just like heaven", con las que el público ha tocado el cielo.