La princesa y el chamán, un romance atípico que no convence en Noruega

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Ella es una princesa que habla con los ángeles, él, un autoproclamado chamán estadounidense. La pareja formada por Marta Luisa, hija mayor del rey Harald de Noruega, y Durek Verret, guía espiritual de moda en Hollywood, parece funcionar, pero no convence a un país poco dado a las ciencias alternativas.

Con el beneplácito del monarca, la princesa, de 51 años, y su enamorado, de 47, anunciaron su compromiso en junio, pero el romance no cala en el reino nórdico.

Los noruegos sienten que tienen motivos para desconfiar: Verret se presenta como un "chamán de sexta generación" que cuenta con estrellas como Gwyneth Paltrow y Antonio Banderas entre sus clientes y acumula posturas cuanto menos controvertidas.

En su libro "Spirit hacking" sugiere que el cáncer es una elección, ofrece ejercicios para borrar la "huella" vaginal de mujeres que han tenido múltiples parejas sexuales y vende a 222 dólares un medallón, el "Spirit Optimizer", que según él le habría ayudado a superar el covid.

"Es un impostor, un charlatán y un estafador", resume el escritor y humorista Dagfinn Nordbø.

- ¿Racismo? -

De rostro lampiño, cabeza rapada y sonrisa seductora, Verret concede que sus opiniones puedan resultar desconcertantes, pero, en tanto que afroamericano, atribuye las críticas al racismo.

"Hay blancos que nos escriben todo ese odio y amenazas de muerte por estar juntos porque no quieren ver a un hombre negro en la familia", aseguró en un vídeo en Instagram en junio, en un eco del trato que la actriz Meghan Markle afirmó sufrir dentro de la familia real británica.

A su lado, Marta Luisa aseguró sentirse "verdaderamente consternada" de comprobar "de primera mano cómo (...) son tratadas las personas de color".

El exalcalde de Oslo Fabian Stang, conservador, es una de las pocas figuras que se ha posicionado a favor de la pareja.

"Muchos piensan, como yo, que vender medallones que dan salud sobrepasa los límites (...) pero es extraño que tantos de los que odian a Durek no tuvieran nada en contra del hombre de Snåsa", un famoso curandero que se cree murió en 2021, escribió en Facebook.

"¿No deberíamos en 2022 poder recibir a Durek con los brazos abiertos e invitarlo a un debate agudo sobre los límites entre la ciencia y el bluf?", concluyó.

Mientras tanto, varias asociaciones de profesionales de la salud han decidido prescindir del patrocinio de la princesa debido a la pronunciada inclinación de su pareja por la medicina alternativa.

Y aunque no está en el ADN nacional exigir la ruptura de un compromiso nupcial, más de la mitad de los noruegos quieren que Marta Luisa renuncie a su título de princesa, según encuestas recientes.

- "Choque cultural" -

Cuarta en el orden de sucesión --la norma de la  primogenitura sin distinción de sexo aún no estaba en vigor en su nacimiento--, en 2022 renunció al título de "Alteza Real" y en 2019 se comprometió a no usar su estatus de princesa con fines comerciales.

Marta Luisa ya está acostumbrada a las polémicas, puesto que esta adepta a las terapias alternativas asegura que puede comunicarse con los ángeles, un don que ha tratado de compartir --y monetizar-- mediante cursos y libros.

Su primer marido, Ari Behn, era un escritor peculiar que ya desentonaba dentro de la familia real y con el que tuvo tres hijas. Behn se suicidó en 2019, tres años después del divorcio.

"La familia real debe ser unificadora y por tanto, permanecer a salvo de controversias. El problema es que Marta Luisa y Durek Verrett son todo lo contrario: controvertidos, divisivos y sospechosos de charlatanería", dice a la AFP el historiador Trond Norén Isaksen.

"A la mayoría de los noruegos les molesta que puedan ganar dinero con lo que consideran basura con un sello de princesa", dice.

Según la prensa rosa, el rey Harald, Marta Luisa y su hermano el príncipe heredero Haakon, habrían mantenido "reuniones de crisis" para sopesar la posibilidad de que la princesa conserve su título.

Por el momento, el soberano ha dicho poco sobre su futuro yerno, tan solo evocando un "choque cultural".

"La pareja real debe conciliar dos imperativos: el de los padres, que quieren ver a sus hijos vivir felices y el ligado a la tarea en la que están investidos, a saber, proteger la corona para que siga brillando por otros mil años", insiste Norén Isaksen.

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