Las jóvenes patinadoras que desafían los prejuicios en Etiopía

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Vestidas con vaqueros, en chándal o una abaya -una túnica larga hasta los pies-, unas jóvenes etíopes desafían las leyes del equilibrio, pero también los prejuicios que quieren confinarlas "en casa".

Procedentes de distintos orígenes, estas chicas son miembros de la "Ethiopian Girl Skaters" ("Patinadoras etíopes"), un grupo exclusivamente femenino fundado en diciembre de 2020 por la patinadora Sosina Challa y el patinador Micky Asfaw.

Su objetivo pasa por proporcionar un marco para que las niñas y las adolescentes aprendan y practiquen el skateboarding, un deporte que ha estado en auge durante algunos años en Adís Abeba, capital de Etiopía, pero que se considera reservado para los chicos.

En Etiopía, "ser mujer o niña es muy duro; incluso patinar con chicos es muy duro, porque la gente piensa que las chicas deben ayudar a sus padres en casa", explica a la AFP Sosina Challa, de 24 años, considerada una de las primeras patinadoras del país.

Según la joven, licenciada en Ciencias, quien también cofundó "Desta", la primera empresa etíope de fabricación de patinetes, "Ethiopian Skateboarders" ya ha permitido que más de 150 niñas o mujeres jóvenes se suban a una tabla.

"No es muy común que una chica patine, porque la gente no te anima. Pero alguien tiene que ser la primera, que un grupo comience, y nosotros fuimos las primeras y para mí es un honor formar parte de esto”, relata Hanna Bless, una estilista de 22 años que empezó a patinar hace dos años.

- Tablas gratis -

Los patinadores se dan cita todos los sábados en este skatepark de la capital etíope, construido por el grupo "Ethiopia Skate" -del que Sosana es miembro- con la ayuda de la oenegé "Make life, Skate life", con sede en Estados Unidos, que construye este tipo de instalaciones en beneficio de las comunidades desfavorecidas de todo el mundo.

Todo es gratis. El grupo sobrevive de las donaciones y las tablas las proporciona Desta.

Algunas jóvenes todavía intentan mantener el equilibrio mientras se deslizan con cautela durante unos metros, a veces cogidas de una mano por una compañera; otras ya giran a toda velocidad sobre las rampas o los baches de hormigón.

Todas aprenden a ignorar los inevitables moretones y heridas producidas por las caídas, pero también las críticas.

El skate "me enseñó a superar mis miedos y a no hacer caso a lo que digan los demás de mí, como chica que practica un deporte así, que no es algo normal a los ojos de la sociedad", asegura Iman Mahamud, una estudiante que ha estado patinando durante un año y medio en una abaya negra y con zapatillas.

"Pero simplemente me gustó, me hace feliz, hasta un punto que no puedo explicar", agrega Mahamud con una sonrisa resplandeciente.

bur-an-ayv/al/jhd/rsc/meb