Isabela de Sagua, la "Venecia de Cuba" que se resiste a desaparecer

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Señalando los pilotes que sobresalen del mar, Amado Arce dice que "el ciclón Kate acabó con todas esas casas de madera que había sobre el agua", en Isabela de Sagua, un pueblo de la costa norte de Cuba que se resiste a desaparecer.

Este jubilado de 69 años que trabajó en la industria mielera cuenta que vivió en una de las muchas casas de madera que se construyeron sobre el agua desde la fundación del pueblo en 1843. "La Venecia de Cuba", la llamaron muchos, pero estas viviendas dejaron de existir en 1985, cuando las últimas fueron arrasadas por Kate.

Arce es uno de los 3.000 orgullosos habitantes del lugar que se niegan a abandonar la localidad, pese a que desde agosto de 2017 las autoridades ofrecieron trasladar sus viviendas a Isabela Nueva, 11 kilómetros tierra adentro.

La estructura de la oficina de aduanas sobresale aún del agua frente al poblado.

"Fue de madera, de dos plantas, luego la hicieron de ladrillo", recuerda Arce. En el siglo XX se convirtió en un dinámico puerto, de donde zarpaban barcos repletos de sacos de azúcar, garrafas de miel y de alcohol.

Entre las rústicas viviendas, originalmente de llamativos colores, se formaron canales. Por un tiempo no hubo carretera, sólo una vía del tren para el puerto. Los pobladores se trasladaban en canoas, explica.

Pero el pueblo, ahora dedicado a la pesca y que en gran parte subsiste de las remesas, perdió su dinamismo con el cierre de ese puerto en la década de 1990.

"Cierra el puerto por mil cosas, se cayó el campo socialista", del que "el comercio de Cuba en el 80% dependía", dice refiriéndose a la desaparición de la Unión Soviética.

- "Lo perdí todo" -

También el cambio climático siguió propiciando el desgaste. En septiembre de 2017, Irma impactó con fuerza como un huracán de categoría 5.

"El ciclón azotó 16 horas, el agua me llegó hasta aquí", dice poniéndose la mano en el pecho Rafael Morales, de 61 años y chef de un restaurante con una terraza sobre el mar.

"Lo perdí todo", agrega parado frente al establecimiento que tuvo que ser reconstruido.

Elías Neri, al mando de un barco pesquero llamado "Contratiempo", ha vivido 50 de sus 84 años en su casa al lado del mar.

"Cómo cree que voy a ir" a Isabela Nueva, "a quedarme botado ahí, ni es Isabela, ni es Sagua, es un potrero que hay ahí", dice quejumbroso.

"De aquí no me voy, esta es mi casa" y "si me ahogo, me ahogo aquí", dice Neri al lado de su esposa Lázara, que lo apoya asintiendo con la cabeza.

La mitad de la población ha abandonado ese idílico rincón de la costa cubana, en la provincia de Villa Clara, ubicado frente a una cadena de cayos que lo acercan a la Florida, en Estados Unidos. Muchos se fueron en balsas.

Sus pobladores creen que tal vez es por eso que hace décadas acuden personas de diferentes provincias para lanzarse al mar y tratar de llegar en embarcaciones a las costas de Estados Unidos.

Desde su portal, Elías y Lázara han visto a muchos alejarse en el mar. "Hace cinco días cogieron (detuvieron) 16 aquí cerquita", dice Elías.

"Las lanchas que vienen (de fuera) y recogen a la gente", se ven "ahí mismo... mira", exclama Neri, mostrando Cayo Mendoza, justo frente a su casa, también completamente reconstruida tras el paso de Irma.

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