Problemas en transporte de gas ruso a Europa tienen aún efectos limitados pero preocupan

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Los problemas en el transporte de gas ruso hacia la Unión Europea no tienen por ahora consecuencias importantes, pero plantean la urgencia de buscar alternativas y obligan a interrogarse sobre las intenciones tanto de Rusia como de Ucrania.

- Fuerte dependencia -

En 2021, la Unión Europea (UE) importó alrededor de 155.000 millones de metros cúbicos de gas ruso, de los cuales 140.000 se suministraron por gasoducto y sólo 15.000 eran de gas natural licuado (GNL).

Esto representa 45% de sus importaciones de gas y casi 40% de su consumo total.

La Comisión Europea propuso un embargo progresivo sobre el petróleo ruso --rechazado por el momento por Hungría--, pero no propuso nada similar respecto al gas.

Algunos países, como Alemania, que dependen en gran medida de estas importaciones, se resisten a los llamamientos ucranianos a un embargo total de la energía.

- Flujos perturbados -

El tránsito de gas ruso a través de los gasoductos que atraviesan Ucrania se redujo desde el miércoles, puesto que una estación de tránsito en la frontera ruso-ucraniana está cerrada.

Ucrania afirma que ya no puede garantizar las entregas a través de Sokhranivka, en la región de Lugansk, debido a la presencia de las fuerzas armadas rusas.

Kiev pidió al gigante ruso del gas Gazprom que aumente los volúmenes que pasan por otro sitio, Sudzha. Moscú respondió que es imposible.

"Normalmente, 30% del gas natural ruso que llega a Europa a través de un gasoducto pasa a través de Ucrania, y 30% de este flujo pasa por Sokhranivka", señala Ole Hvalbye, del banco escandinavo Seb.

La pérdida equivale al 2% del consumo total europeo, según sus cálculos. No es "dramático", pero "envía una señal sobre lo que podría suceder después", explica.

Además, Gazprom anunció el jueves que dejará de utilizar otro gasoducto para el tránsito de gas a Europa a través de Polonia.

Esta decisión tiene efectos limitados, ya que este gasoducto Yamal-Europa transportaba poco volumen desde hacía varios meses, y solo gas al contado, según una fuente de mercado.

- ¿Qué quieren Rusia y Ucrania? -

Algunos analistas sugieren que Ucrania, frustrada por el hecho de que los europeos no imponen un embargo drástico sobre la energía rusa, perturba conscientemente las exportaciones que transitan por su territorio.

"Es posible que Ucrania intente presionar a Hungría para que acepte un embargo petrolero de la UE contra Rusia", afirma Carsten Fritsch, de Commerzbank.

En cuanto a Rusia, ¿podría decidir cerrar el grifo para siempre, sin perjuicio de privarse de ingresos cruciales para llevar a cabo su guerra?

"El suministro (de gas) podría ser interrumpido unilateralmente por Gazprom", subraya Kaushal Ramesh, de la firma especializada Rystad. "Las posibilidades de que esto ocurra son escasas pero no nulas", destaca.

"Existen precedentes históricos sobre la interrupción de los flujos de gas por parte de Gazprom, habiéndose producido varias veces entre 2005 y 2014", y las tensiones actuales "preparan el terreno para un nuevo episodio", juzga el analista.

- Las alternativas -

Los países europeos buscan diversificar sus proveedores. Alemania afirma poder compensar el reciente descenso de los suministros rusos con compras en Noruega y los Países Bajos para llenar sus existencias antes del próximo invierno.

Los europeos apuestan en particular por el GNL, que puede ser transportado por barco desde todo el mundo.

Algunos países desean aumentar temporalmente su producción de gas, como Dinamarca en yacimientos ya explotados en el mar del Norte. Los senadores rumanos aprobaron un proyecto de ley que allana el camino para la extracción de gas en el mar Negro.

Esta situación es un nuevo argumento a favor de una transición energética acelerada, subrayan los expertos. "Las soluciones limpias pueden reemplazar dos tercios del gas ruso para 2025", calcula el centro de reflexión sobre el clima E3G.

El biogás procedente de residuos alimentarios o de estiércol, que actualmente suministra 18.000 millones de metros cúbicos al año --según la Asociación Europea de Biogás (EBA)--, es una buena pista.

El sector se declara "dispuesto a producir 35.000 millones de metros cúbicos de aquí a 2030", es decir, 10% de la demanda actual de gas de la UE y más del 20% de sus importaciones procedentes de Rusia.

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