Un periodista exrehén de EI declara en juicio de miembro del grupo yihadista en EEUU

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El periodista francés Didier François, exrehén del grupo Estado Islámico (EI), contó este lunes ante un tribunal estadounidense el sentimiento de "culpa" que le embargó cuando supo que iba a ser liberado, porque dejaba atrás a otros con un destino "horrible".

El periodista, detenido durante diez meses en Siria entre 2013 y 2014, compareció como testigo en el juicio de El Shafee el Sheij, un hombre de 33 años acusado de formar parte de un trío de yihadistas a los que los presos apodaron "los Beatles" por su acento británico.

Eran "sádicos", contó el periodista. "No solo usaban violencia física, sino que querían rompernos mentalmente", añadió.

Por esta razón tuvo sentimientos encontrados cuando los tres hombres le anunciaron que lo liberarían, junto a otros tres periodistas franceses, pero sin los estadounidenses ni los británicos.

"Fue un momento difícil. Nos sentimos culpables por dejar atrás a los otros rehenes, sabiendo que su suerte podía ser horrible".

"Ellos también sabían" que podrían no sobrevivir, agregó. "No íbamos a mentirles y a decirles que todo saldría bien...".

Pasó sus últimas horas con el joven cooperante estadounidense Peter Kassig que intentaba "afrontar su muerte" y con el reportero estadounidense James Foley.

Este hombre, pilar del grupo, "quería que le explicara a su madre que se había convertido al islam para poder seguir rezando".

Al día siguiente, Didier François se fue con una carta de John Cantlie, que pedía un rescate de millones de dólares.

"Si no se junta el dinero, seguiremos presos hasta la muerte", había escrito, según le dictaron los "Beatles".

Ninguno de los rehenes estadounidenses y británicos sobrevivió. La mayoría fueron decapitados en 2014 frente a las cámaras de propaganda del EI.

El Shafee el Sheij, detenido por las fuerzas kurdas sirias en 2018, reconoce haber sido yihadista en las filas del EI pero niega haber sido uno de los "Beatles" y desempeñado un papel importante en la organización.

Un testigo, Omer Kuzu, un estadounidense de 26 años que se fue a Siria en 2015 y ahora está preso en Estados Unidos, contó haberse reunido con él varias veces en Raqa, entonces un bastión del Estado Islámico. Llevaba una pistola Glock, "símbolo de la aristocracia del Estado Islámico", dijo el recluso.

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