Jóvenes brasileños dan la espalda a la política en año electoral

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A meses de cumplir los 16, Rodrigo Kutz ya se decidió: este año no ejercerá lo que podría ser su primer voto, al no sentirse representado por ningún candidato a presidente, un caso paradigmático del creciente desinterés de los jóvenes brasileños por la política.

"Me siento lejos de (Jair) Bolsonaro y también de Lula (da Silva). No me agrada ninguno", explica Kutz, estudiante de secundaria en Brasilia, en alusión al ultraderechista de 67 años, que aspira a la reelección en octubre, y al expresidente izquierdista, de 76, su más probable rival.

"Un candidato más joven tendría más sentido para mí... espero que en la próxima (elección) haya otras opciones más interesantes", abunda.

Brasil es uno de los nueve países del mundo donde los jóvenes pueden votar en elecciones nacionales a partir de los 16 años, una disposición prevista en la Constitución de 1988, que inscribió el voto obligatorio a partir de los 18.

Pero ese derecho vive horas bajas: a seis meses de las elecciones del 2 de octubre, la participación joven podría caer a su menor nivel en 30 años, puesto que a un mes del cierre del plazo, el número de inscritos de 16 y 17 años es de poco más de 850.000, una caída del 60% en una década.

En 2018, cuando Bolsonaro fue electo, participaron 1,4 millones de jóvenes, manifestando ya una tendencia a la baja.

"Mis padres me alentaron a que votara, pero todavía no me siento muy conectado con las discusiones políticas", dice Eduardo Proença, 16 años, estudiante de una escuela pública de Brasilia.

"Veo a los políticos peleándose para ver quién es menos peor. Eso no me anima. No pretendo votar ahora", agrega.

- Juventud tratada de "forma pasiva" -

La falta de entusiasmo ha generado un movimiento para involucrarlos que incluye desde la estrella pop Anitta hasta las propias autoridades electorales.

"¿Me pides una foto cuando me ves en algún lugar? Si eres mayor de 16, solo me la saco si tienes título [credencial] de elector", escribió en Twitter la cantante, que se posiciona abiertamente contra Bolsonaro.

El Tribunal Superior Electoral (TSE) ha lanzado por su parte campañas en las redes sociales. Con un lenguaje informal, actores y actrices negros, mulatos, indígenas y blancos presentaban la consigna "Bora Votar!" (¡Vamos a votar!).

"Necesitan involucrarse para decidir el futuro, porque el peor voto es el que no se hace", dijo a la AFP el juez Edson Fachin, presidente del TSE, en una nota enviada por correo electrónico.

La preocupación por la inserción en el mercado laboral, deteriorado por la pandemia -con el ápice en 2020 de casi 30% de jóvenes que no trabajaban ni estudiaban-, sumada a los megaescándalos de corrupción de los últimos años que llevaron al descrédito de los partidos explican parte del "desánimo" de esa franja, según Marco Antonio Teixeira, politólogo y profesor de la Fundación Getulio Vargas.

El analista citó también la falta de identificación de los jóvenes con los principales candidatos y la poca renovación generacional de los partidos.

Las formaciones brasileñas "son espacios muy jerarquizados por las direcciones y familias tradicionales. La juventud es tratada de forma pasiva", dijo Teixeira.

- "Si fuese por mí, no iría" -

Según las encuestas, se perfila un duelo en la segunda vuelta entre Bolsonaro, un excapitán del ejército que llevaba casi tres décadas como diputado antes de llegar a la presidencia en 2019, y Lula, exobrero y exsindicalista, que intentará un tercer mandato al frente del país.

Marco Antônio May, de 18 años, no oculta su insatisfacción por tener que acudir a las urnas por primera vez: "Si fuese por mí, no iría".

"Infelizmente, no veo que los políticos se estén preocupando mucho por nosotros (jóvenes). Brasil tiene dos candidatos fuertísimos, que suelen mirar las cosas de forma extremista y eso me desmotiva".

Sin embargo, los candidatos también apelan a los jóvenes, especialmente Bolsonaro, en clara desventaja entre esta franja, según los sondeos.

El presidente pidió a "padres y abuelos" que convenzan a los jóvenes de no votar por su probable adversario, subrayando "para dónde estaba yendo Brasil" con los gobiernos de izquierda de Lula (2003-2010) y Dilma Rousseff (2011-2016), en referencia a la economía y los escándalos de corrupción.

Según una reciente encuesta del instituto Datafolha, Lula aventaja a Bolsonaro por 29 puntos en la franja de entre 16-24 años para la primera vuelta del 2 de octubre, frente a 17 puntos considerando todo el electorado.

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