La venta de cerveza de los militares birmanos cae por el boicot a la junta

Compartir
Compartir articulo

Cuando el gigante cervecero japonés Kirin puso fin a sus operaciones en Birmania en marzo, la noticia no importó mucho a Kyaw Gyi, quien al igual que muchos consumidores, ya había boicoteado la cerveza fabricada en alianza con un conglomerado militar.

Durante años, Myanmar Beer dominó los bares y estantes de supermercados, y su alianza japonesa era una señal de la liberalización del país del Sudeste Asiático luego de que los militares relajaran levemente en 2011 el puño de hierro con el que gobernaban.

Pero después del golpe de Estado contra el gobierno civil de Aung San Suu Kyi en febrero de 2021, muchos le dieron la espalda a la cerveza, así como a otros productos de empresas ligadas a los militares, desde el jabón al café.

"Sabemos que otras marcas de cerveza le pagan impuesto a los militares, pero no queremos que nuestro dinero vaya para ellos", dijo el marinero Kyaw Gyi, frente a un bar en la Calle 19 de Rangún, un sitio popular para beber.

"Lo evitamos. Si en el restaurante solo hay Myanmar Beer, entonces no bebemos cerveza", agregó el marinero que prefirió ser identificado con un pseudónimo.

En otro punto del centro de Rangún, Zaw Naing, gerente de un restaurante, dijo que su negocio no ha vendido esa bebida desde abril del año pasado.

Agregó que no solo canceló los pedidos de cerveza, sino que le pidió a la marca retirar las sillas, mesas y sombrillas con su emblema rojo, blanco y dorado.

"Si la gente ve el logo de Myanmar Beer con el nombre de nuestro restaurante, no viene", aseguró el hombre que también usó un pseudónimo.

- Baja demanda -

Al crecer la indignación popular con la represión militar contra los disidentes, que según un grupo local de monitoreo ha dejado más de 1.700 muertos, los negocios que aún venden la cerveza han enfrentado consecuencias.

A inicios de marzo estallaron bombas fuera de dos bares de Rangún y un restaurante en la ciudad de Mandalay que vendían la bebida, según medios locales.

Conductores que transportan la cerveza por áreas rurales del país han sido detenidos por grupos antigolpistas que han destruido su carga, según la prensa local.

Myanmar Brewery, la firma administrada por Kirin y el conglomerado militar Myanma Economic Holdings, tenía cerca de 80% del mercado según cifras publicadas por Kirin en 2018.

Tras meses de covid-19 e interrupciones causadas por el golpe en 2021, su ganancia operativa fue de 6.600 millones de yenes (54 millones de dólares), menos de la mitad de los 13.800 millones de yenes del año anterior.

En febrero, tras meses de intentar disolver su asociación con la firma de los militares y ante la presión de grupos de derechos humanos, la firma japonesa anunció su salida de Birmania.

El boicot y su salida deja a sus rivales Heineken, Carlsberg y la tailandesa Chang con el ojo puesto en el espacio de mercado.

Las tres cervecerías "aumentaron su cuota de mercado, especialmente en las ciudades", dijo un observador de mercado en Rangún, quien no quiso ser identificado.

Carlsberg no respondió a las consultas, mientras que un representante de Heineken que pidió anonimato dijo que es "muy temprano para evaluar y comentar sobre los hábitos de compra de los consumidores".

- "Seguimos bebiendo" -

En la Calle 19, Aung Myo dijo que los clientes hace tiempo cambiaron a cervezas sin conexiones con las firmas de los militares, como Chang, Tiger (propiedad de Heineken) y Tuborg, de Carlsberg.

"La gente no quiere beber Myanmar Beer aunque sea buena", explicó a AFP. "La demanda definitivamente ha bajado".

En el complejo escenario político de Birmania, aún hay sitios donde se puede tomar una Myanmar Beer en paz.

Bares de la capital política de Naipyidó la sirven y parece que sigue disponible en áreas rurales, que no han sufrido tanta violencia relacionada con el golpe.

"No hemos visto un boicot aquí", indicó el funcionario público Htun Htun, de 28 años, en un bar de Sittwe, capital del estado de Rakhine, donde se observan en las calles anuncios de la cerveza.

"La seguimos bebiendo (...) el contenido alcohólico no es muy alto y el sabor es bueno", dijo.

Igualmente, Nyi Nyi, de 27 años, aseguró que no tiene intención de cambiar de bebida.

"Si no hay problema con los militares, seguiremos optando por nuestra acostumbrada Myanmar Beer", declaró.

bur-rma/pdw/dan/lb/mas/an