Escasez y registros de las tropas rusas marcan la vida en ciudad ucraniana ocupada

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En las calles hay escasez de medicamentos. En las casas hay registros de los soldados rusos, los residentes de la ciudad ucraniana de Jersón, ocupada por Moscú, describieron a la AFP un sombrío panorama de su vida cotidiana.

Con 283.000 habitantes antes de la guerra iniciada el 24 de febrero, Jersón se encuentra en la desembocadura del Dniepr, cerca de la península de Crimea anexionada por Moscú en 2014. Fue la primera gran ciudad en caer en manos rusas el 3 de marzo.

AFP ha podido recoger por teléfono el testimonio de seis habitantes de la ciudad, donde no está presente ningún medio internacional. Estos han pedido que su apellido no sea publicado por miedo a represalias.

Según sus habitantes, las fuerzas rusas bloquearon las entregas de comida y ayuda humanitaria a Jersón, donde empiezan a escasear los medicamentos.

"Otro mes así y no tendrán ni siquiera que bombardearnos. El hambre y la enfermedad les harán el trabajo", se preocupa Kirilo, conductor de ambulancias.

Todos los residentes interrogados por AFP aseguran haber visto o haber escuchado hablar de visitas de soldados rusos a las casas.

"Buscaban gente cuyos nombres están en algún tipo de lista. Entran a las casas y van armados, es imposible resistirse", explica Tetiana, una empleada de la universidad.

Una habitante de la ciudad vecina de Kajovka, también bajo control ruso, dijo que las fuerzas de Moscú "se llevaban a la gente", principalmente a activistas locales y antiguos militares.

"No sabemos adónde los llevan", indicó.

- Farmacias vacías -

Estados Unidos aseguró la semana pasada que Jersón era una "ciudad disputada" y que Kiev había lanzado una contraofensiva para recuperarla.

Pero sus habitantes afirman que, aunque haya combates en la periferia, siguen claramente bajo control ruso.

Jersón no ha sufrido la destrucción masiva y las pérdidas humanas de otras ciudades como Mariúpol, en el sureste, o Chernígov, en el norte.

Y a pesar de la presencia rusa, sus habitantes han organizado manifestaciones de protesta en su plaza central.

"Estamos bajo ocupación, pero todavía estamos por Ucrania", resume María, una vendedora de 24 años.

Los habitantes consultados por AFP señalaron que su principal preocupación tras la llegada de los tanques rusos era la crisis sanitaria que empeora.

La insulina y otras medicinas esenciales empezaron a escasear en las primeras semanas de ocupación. "Los estantes de las farmacias están vacíos. No hay más que agua", afirma el conductor de ambulancias Kirilo.

Equipos de voluntarios hacen la ruta por las casas para comprar medicamentos y las ambulancias no son llamadas excepto en caso de extrema urgencia porque "no hay combustible", añade.

Las reservas de comida también están a niveles bajo. Todavía se encuentra carne y verduras, pero los precios se han duplicado y la pasta y los cereales son poco habituales.

"No dejan que llegue la ayuda humanitaria. Desde hace un mes no ha habido entregas de comida", denuncia Aliona, que trabaja en la comunicación.

Según sus habitantes, una fábrica aviaria local donó sus pollos por miedo a que miles de ellos murieran por falta de nutrición.

- "Registran todo" -

Aunque hubo rumores de una introducción del rublo ruso en Jersón, sus habitantes aseguran que la grivna ucraniana es todavía la moneda en circulación.

A pesar de las jornadas relativamente tranquilas en la ciudad, los combates recrudecen en el pueblo vecino de Chornobaivka.

"Todas las noches nos despertamos con el ruido de disparos. Como un despertador", cuenta la universitaria Tetiana.

Las autoridades ucranianas reivindicaron haber matado en ese pueblo a un general ruso y el presidente Volodimir Zelenski proclamó que la batalla "pasará a la historia".

Kiev también afirmó esta semana haber recuperado varios municipios en la región de Jersón. Pero en los que siguen bajo control ruso, la vida también ha cambiado.

María, que vive en Kajovka, curso arriba del río Dniepr, dice que ya no puede ir a su trabajo en una tienda de muebles en un pueblo cercano. La ruta pasa por un punto de control del ejército ruso.

"Registran todo. Miran tu teléfono, tus mensajes privados, hay que eliminar todo", explica. Desde entonces, los habitantes no viajan salvo en caso de "absoluta necesidad".

Según ella, Jersón no estaba preparado para el ataque ruso desde Crimea. Las fuerzas de Moscú inmediatamente tomaron el control de la central hidroeléctrica situada en Kajovka.

María todavía está conmocionada por un ataque de tal magnitud de parte del país donde vive su padre.

"Mi padre está en Rusia y me dice que todo es falso", lamenta. Desde entonces, ya no se hablan.

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