África ante el desafío de no convertirse en basurero del mundo de plásticos

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África, que ya recibe desechos de productos tóxicos procedentes de otros países, quiere evitar ahora convertirse además en "el basurero del mundo" de desechos plásticos, objetivo del continente en la Asamblea de la ONU para el Medio Ambiente que se inicia el lunes en Nairobi.

De Antananarivo a Dakar, pasando por Nairobi o Conakry, las capitales africanas están mancilladas por inmensos basureros a cielo abierto donde los desechos plásticos suman miles de toneladas, generando pestilentes olores, humaredas y partículas tóxicas.

Poniendo en riesgo su vida y su salud, hombres, mujeres y niños, de las capas más pobres de la población, acuden a esos basureros para buscar algún medio de supervivencia.

Los desechos plásticos contaminan también océanos y zonas rurales, amenazando la fauna, la flora, y a los hombres.

Debido a una recolección deficiente de desechos y de la falta de fábricas de reciclado "los desechos plásticos aumentan en África", según un reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

Unas 300 millones de toneladas de desechos plásticos son producidas cada año en el mundo, de los que 11 millones terminan en los océanos. Pero, según la ONU, la "falta de estadísticas" relativas a África es "un gran obstáculo".

"Si no se hace nada, en pocos años África va a ser un verdadero basurero de bolsas y desechos plásticos" estima  Ousmane Danbadji, dirigente de la ONG Red nigeriana para el agua y el saneamiento.

- La basura de los industrializados -

La decisión en 2018 de China de prohibir la importación de desechos plásticos, seguida por otros países, hace temer que los países ricos acudan al continente africano para deshacerse de su basura.

Ya lo hacen para otros productos y materiales peligrosos, como baterías y componentes eléctricos y electrónicos usados, en especial en Ghana y Nigeria.

"Es grande el riesgo de que todos los desechos de los países industrializados acaben aquí, en África" teme Yves Ikobo, de la ONG congoleña Planeta verde RDC.

En Nairobi, los países africanos tratarán de llegar a una posición común sobre la prohibición de importar desechos plásticos al continente, y para llegar a un acuerdo internacional contra la contaminación del plástico

Muchos países africanos se han dotado de legislaciones  prohibiendo el plástico, pero esas normas no son aplicadas, o están mal aplicadas.

"Hay una falta de compromiso de numerosos Estados en África", afirma John Gakwavu, responsable de una ONG ruandesa de defensa del Medio Ambiente. Ousmane Danbadji piensa lo mismo: "no podemos hacer nada contra la proliferación (de desechos plásticos), porque los políticos no se comprometen realmente con esa lucha".

- Plástico y empleo -

Ello se debe al impacto económico y  social del sector del plástico, que crea empleos en varios países, entre ellos Sudáfrica, la potencia del continente, donde da trabajo a  65.000 personas.

Barbara Creecy, ministra sudafricana de Medio Ambiente dijo que cualquier acuerdo internacional debe tomar en cuenta las "circunstancias nacionales".

"No creo que los países africanos adopten una postura exactamente común" en Nairobi, estima Nhlanhla Sibisi de Greenpeace África, basado en  Johannesburgo. "Países como Sudáfrica, que ya tiene bien implementada una industria del plástico" insistirán en la "creación de empleo" y su contribución "al fisco".

Es un argumento de peso en un país donde el 65% de los jóvenes está desempleado.

"Será muy difícil que nuestros países formen un bloque para prohibir la entrada de los desechos" estima Yves Ikobo, pues "para ellos, se trata también de entradas de capitales".

Para paliar las deficiencias de los poderes públicos y a la espera de un acuerdo internacional , que llevará tiempo, los ciudadanos africanos se movilizan con sus frágiles medios para intentar que sus ciudades, playas y campos sean más limpios, recogiendo los omnipresentes plásticos, especialmente en Libreville y Abiyán.

En esta ciudad, en colaboración con la Unesco y una empresa privada colombiana, una fábrica de plástico en ladrillos abrió sus puertas en 2020 para construir centenares de escuelas en Costa de Marfil.

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