Los religiosos hazara en Irak, aterrorizados tras llegada al poder de los talibanes

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Llevan el turbante blanco de los "jeques" chiitas y su discurso está lleno de referencias religiosas. Aparentemente nada perturba la paz de los hazara afganos que vinieron a estudiar a Nayaf, Irak, pero la toma del poder de los talibanes en Kabul los aterroriza.

En los estantes del jeque Ali Basir hay ejemplares del Corán. En el techo, un ventilador agita el aire abrasador de finales de verano de Nayaf, una ciudad sagrada donde millones de musulmanes chiitas acuden cada año para llorar por Alí, el imán cuyo mausoleo se encuentra en la Ciudad Vieja.

Cuando el jeque Basir habla de Afganistán, cuyo país fue tomado por los talibanes a mediados de agosto, su sonrisa benevolente se congela.

"Me gustaría mucho servir al pueblo de Afganistán, quiero volver, pero la situación no es normal", dijo eufemísticamente el jeque Basir, de 51 años, de los cuales 17 ha pasado en Nayaf estudiando en la prestigiosa "hawza", un seminario religioso que forma al clero chiita.

Los hazara son una minoría que representa entre el 10% y el 20% de cerca de 40 millones de afganos. Despreciados por los islamistas sunitas porque son chiitas, se estima que miles de ellos fueron asesinados cuando los talibanes gobernaron en Afganistán, entre 1996 y 2001.

En marzo de 2001, también en la tierra natal de la comunidad hazara, en la provincia afgana de Bamiyán, los islamistas dinamitaron dos Budas gigantes esculpidos en un acantilado.

Un brutal acto que algunos afganos y la comunidad internacional todavía recuerdan y que preocupa al jeque Basir.

- Persecuciones -

"Mi hermano y mi hermana están en Afganistán. Gracias a Dios, están lejos de la capital", explica el religioso, al tiempo que expresa su "temor de cómo los talibanes van a controlar a los chiitas".

En su teléfono celular, el jeque muestra un video de los talibanes reprimiendo violentamente una protesta. "Estos son los hazara que se están manifestando", asegura.

Históricamente, los hazara, cuyas marcadas características asiáticas los hacen fácilmente reconocibles, han sido a menudo marginados e, incluso, perseguidos.

Según algunas estimaciones, la mitad de ellos fueron exterminados a finales del siglo XIX, cuando sus territorios fueron conquistados por los pastunes sunitas.

Las persecuciones no se detuvieron con la salida de los talibanes en 2001.

Durante las dos últimas décadas, los hazara han sido blanco de numerosos ataques de extremistas sunitas. En mayo, los ataques mataron a 50 personas cerca de una escuela en una zona de Kabul habitada principalmente por los hazara.

- "Iraquí de corazón" -

En un rincón de la sala de estudio del jeque Basir, su hijo Mustafá, de 21 años, escucha con atención. Aunque solo tiene la nacionalidad afgana, nació en Irak y se siente "iraquí de corazón".

"Prefiero quedarme en Nayaf, es más seguro", cuenta el joven en un árabe correcto con acento local.

Paradoja de la historia, Irak, devastado durante los últimos 40 años por guerras, es para algunos como un remanso de paz.

Al jeque hazara Mohamed Taqi le gustaría que su familia se estableciera en Irak. Originario de Herat, en el oeste de Afganistán, ha estado estudiando en Nayaf durante seis años como varios cientos de otros hazara. Se casó el año pasado en Afganistán.

"Mi madre, mi hermana y mi mujer siguen ahí", se preocupa este hombre de unos veinte años. "Tengo mucho miedo por ellos (...). Las mujeres ya no pueden salir de sus casas si no van acompañadas de sus maridos", dice.

Si bien en el anterior régimen talibán no se permitía a las mujeres salir de casa sin un acompañante, no parece ser el caso en el nuevo régimen.

Pero, ¿cómo trasladar a su familia a Nayaf?, se pregunta Mohamed Taqi. "No sabemos cómo obtener una visa o incluso un pasaporte. No existe el Estado afgano".

gde/tgg/awa/rsc/pc