Entre combates, miedo e inflación, triste Año Nuevo en Etiopía

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Habitualmente, Tesfaye Hagos festeja el Año Nuevo etíope regalando vestidos de algodón bordado a su mujer y a sus hijas, y sacrificando una cabra para celebrar una gran comida con sus amigos.

Pero este año, con la guerra desatada en el norte del país, este originario del Tigré que reside en la capital Adis Abeba, no tiene ganas de celebraciones.

"El Año Nuevo se acerca, pero no tengo el ánimo. Me voy a quedar en casa, y rezaré por la paz" declaró esta semana a la AFP, a  pocos días del Año Nuevo que se festeja el sábado en Etiopía, el segundo país más poblado de África.

Etiopía sigue un calendario especial, compuesto de 13 meses, y de siete a ocho años por detrás respecto al calendario gregoriano. El Año Nuevo cae cada año el 11 de septiembre.

Para los etíopes, el sábado será el primer día de 2014.

Las celebraciones son generalmente alegres, con cantos, bailes y ramos de margaritas confeccionados por los niños.

Pero este año, los festejos están ensombrecidos por el conflicto que devasta desde hace diez meses el norte del país, y sus consecuentes problemas económicos, en especial una inflación que superó el 30% el mes pasado para los productos alimenticios.

El primer ministro Abiy Ahmed intenta movilizar a la población al acercarse las fiestas, con una campaña en las redes sociales sobre los temas del heroísmo y de la victoria.

- Detenciones -

Para los originarios del Tigré, como Tesfaye, la vida ha cambiado en el espacio de un año.

En setiembre pasado, el partido en el poder en la región septentrional del Tigré, el Frente de liberación del pueblo del  Tigré (TPLF), desafió abiertamente a Abiy Ahmed al organizar elecciones locales - prohibidas debido al coronavirus -, anunciando una victoria aplastante el día mismo del Año Nuevo.

Estos comicios tensaron las ya difíciles relaciones entre el primer ministro y el  TPLF. Dos meses después, Abiy envió tropas al Tigré contra el TPLF, al que acusó de organizar ataques contra campamentos del ejército federal.

Miles de personas murieron en el conflicto, marcado también por matanzas de civiles y masivas violaciones. Estos últimos meses, los combates se han extendido a las vecinas regiones de Amhara y Afar.

En Adis Abeba, Tesfaye ha sido despedido de su trabajo en una oficina gubernamental tras una década de servicios, por haber donado dinero al TPLF.

Las autoridades han suspendido a más de 80.000 empresas que "apoyan al TPLF" y revocaron las licencias de otras 500, declaró esta semana un consejero del ministerio de comercio.

El gobierno niega llevar a cabo una represión de carácter étnico y afirma perseguir únicamente a los partidarios del TPLF, clasificado como organización terrorista en mayo pasado

Ello no tranquiliza a los originarios del Tigré, preocupados por las manifestaciones organizadas por el gobierno que denuncia al TPLF como el "cáncer de Etiopía" y llama a la "destrucción" de su "junta".

- Los precios disparados -

Sentado ante su puesto de banderas etíopes en el gran mercado de la capital, Shafi Mame opina lo mismo que el gobierno.

"Empezaremos el año con una nueva esperanza (...) vamos a perseguir y a enterrar a la junta", asegura.

Pero en otras partes del mercado semivacío, preocupa más la inflación y la subida de precios de la mantequilla, el aceite o el café, que las victorias militares.

"Las fiestas llegan, pero no hay clientes. La gente no tiene dinero para comprar" dice Mudin Ramatu, vendedor de cereales y especias.

Los problemas de inflación, anteriores al conflicto, se han exacerbado en los últimos meses. Los combates perturban el suministro  y como lo subrayó en agosto el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, han vaciado las arcas del Estado en cerca de 1.000 millones de dólares.

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