Damián Quintero, el ingeniero del karate

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Un sueño cumplido... Damián Quintero culminó este viernes tres décadas subido a los tatamis con una plata olímpica en Tokio-2020, fruto de la ilusión y la constancia.

Hace algo más de un año, Quintero confiaba ya en sus posibilidades pese al retraso de los Juegos por la pandemia: "Si mantenemos esta línea de trabajo, aunque se retrase todo un año, yo voy a ir a los Juegos Olímpicos a luchar por el oro", decía en junio de 2020 a la AFP.

No pudo ser el oro, pero Quintero entra la historia del karate con una plata, siguiendo los pasos de la víspera de su compañera Sandra Sánchez, que se colgó el primer oro olímpico.

Lejos quedan sus primeros pasos en el karate con apenas siete años en un gimnasio de Torremolinos, adonde llegó con su familia procedente de Argentina.

Nacido en Buenos Aires, un pequeño Damián de cinco años aterrizó en el sur de España para iniciar una carrera en el karate que le llevaría a tocar la gloria olímpica de la mano de un deporte que sus padres pensaron que vendría bien para inculcar algo de disciplina al travieso Damián.

Una medalla de bronce en kata en un trofeo navideño con apenas ocho años dio comienzo a un palmarés que le llevaría a liderar el ránking mundial de esa especialidad en la actualidad.

- Más de 100 medallas -

Por el camino, un total de 114 medallas, a las que suma hoy su presea olímpica y en las que ya figuraban un oro en el campeonato del mundo en 2014 o dos platas en los mundiales de 2016 y 2018.

Quintero también ganó diez europeos, seis de ellos de forma individual (2013, 2015, 2016, 2017, 2018, 2019) y otros cuatro por equipos (2005, 2013, 2014, 2015), así como cuatro platas individuales en los europeos de 2004, 2011, 2014, y cinco más por equipos en los europeos de 2009, 2010, 2011, 2012, 2016.

Su espectacular recorrido le llevó a ser reconocido como el número uno de todos los tiempos en el ránking de la Federación Internacional de Karate.

"No me obsesiono con ser el mejor de la historia, prefiero dejar un legado que ayude a las próximas generaciones a ser mejores o a tener el camino más fácil de lo que lo he tenido yo", afirmaba al diario Marca.

Y es que su camino en los tatamis, en un deporte minoritario, tuvo que ir acompañado de trabajo también fuera de ellos.

Graduado en ingeniería aeronáutica y con dos másteres, uno de ellos relacionado con los negocios en el ámbito del deporte, tuvo que compaginar estudios y trabajo con el karate.

- Esfuerzo -

"No me considero un coco, pero cuando quiero algo me esfuerzo por conseguirlo. El deporte te da sentido del sacrificio, capacidad de esforzarte y de darle una vuelta de tuerca más", aseguraba el karateka al diario El País.

Mientras estudiaba, Quintero pudo compaginar sus libros con el deporte, pero cuando empezó a trabajar en una empresa aeronáutica, empezó a hacerse más difícil compaginar las dos cosas y tras aguantar tres años, en 2015, abandonó su trabajo para dedicarse por entero al karate, para desesperación de su madre.

"Al final me dijo: venga va, tírate a la piscina, un año te podemos soportar, dos no. Dio la casualidad de que el karate entró en los Juegos, quedé subcampeón del mundo y campeón de Europa (en 2016). Todo vino rodado", explicaba a El País, Quintero.

A partir de ahí, Quintero ha vivido ya sólo para y por el Karate, entrenado por Jesús del Moral, que también es el preparador y pareja de Sandra Sánchez.

Su largo camino de preparación e ilusión culminó este viernes en el Nippon Budokan, templo de las artes marciales, con su presea olímpica que pone la guinda a su impresionante carrera.

gr/psr