Un ex diplomático y ex consejero de NSO vio "las derivas posibles" de Pegasus

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Pocas personas tienen acceso al mundo ultrasecreto del Grupo NSO, fabricante israelí del programa espía Pegasus, en el centro de un escándalo mundial de piratería telefónica. Gérard Araud, ex embajador de Francia, es uno de ellos.

El diplomático recientemente jubilado asumió un cargo de consultor en NSO en 2019, para aconsejar sobre asuntos relacionados con los derechos humanos, poco después de dejar su puesto de embajador de Francia en Washington durante los tumultuosos años de la presidencia de Donald Trump.

"Me decidí porque me interesaba. Era un mundo nuevo (para mi)", dijo a la AFP por teléfono Araud, quien también fue embajador de Francia en Israel a comienzos de los años 2000.

En las oficinas de NSO, descubre el medio ambiente típico de una start-up tecnológica: equipos de programadores "todos de entre 25 y 30 años, en tongs, t-shirts negros, y poseedores de un doctorado en ciencias informáticas. Votan todos a la izquierda por supuesto..."

Su misión de un año a partir de septiembre de 2019, en compañía de otros dos consultores externos estadounidenses, consistía en examinar como la empresa podía mejorar su balance en materia de derechos humanos.

La empresa fue comprada en 2019 por el grupo con sede en Londres, Novalpina, que contrató a Araud para que diera recomendaciones para hacer los procedimientos de seguridad "más rigurosos y un poco más sistemáticos", según él.

- "El Mosad y la CIA están detrás" -

Desde el lunes, un consorcio de medios de prensa, entre ellos The Washington Post, The Guardian y Le Monde, reveló las fallas presuntas en esos procedimientos.

Las organizaciones Forbidden Stories y Amnesty International obtuvieron una lista de 50.000 números telefónicos, seleccionados por los clientes de NSO desde 2016 para ser potencialemnte vigilados, y lo compartieron con ese consorcio de 17 medios.

El Grupo NSO negó la existencia de la lista, que comprendería a militantes de derechos humanos, periodistas, políticos de opositores e inclusive dirigentes mundiales.

Pegasus es considerado como uno de los más poderosos instrumentos de espionaje de teléfonos celulares disponibles, lo que facilita a los clientes leer secretamente todos los mensajes de un objetivo, seguir su localización e inclusive utilizar su cámara y su micrófono a distancia.

Su exportación está reglamentada  "como una venta de armas", explica Araud. NSO debe entonces pedir la aprobaciónn del gobierno israelí para venderlo, y los estados clientes deben firmar un contrato comercial que estipula como será utilizado el producto.

Solo deben desplegar Pegasus para luchar contra el crimen organizado o el terrorismo, argumento comercial de la empresa, pero "veíamos bien todas las derivas posibles, de las que la empresa no era de antemano responsable", subraya.

Araud no cree que disponía de medios para verificar el despliegue real de su programa. Para él, el único instrumento que tenía la empresa tras vender Pegasus era no proponer las actualizaciones del programa a los clientes si se probaba que violaban los términos del contrato.

Y dice tener la convicción de que el Grupo NSO trabajaba con los servicios secretos israelíes del Mossad, y tal vez de la CIA.

Según él, tres estadounidenses que estaban en el consejo consultivo del grupo tenían relaciones con la agencia de inteligencia estadounidense, y la empresa declaró que su tecnología no podía ser utilizada para intervenir números telefónicos en Estados Unidos.

"Había ese interrogante sobre la presencia del Mosad o la CIA. Pensaba que eran los dos, pero no tenía ninguna prueba. Pero pienso que el Mosad y la CIA están detrás" y que los servicios de seguridad "podían vigilar el despliegue de Pegasus y eventualmente los datos recopilados".

Israel negó tener acceso a las informaciones de Pegasus.

adp/js/jg/cl/eg/mb