Para las chicas de barrios carenciados de Nairobi, el boxeo para (sobre)vivir

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El golpe seco de los guantes de cuero llama la atención de los transeúntes que echan un vistazo a través de las ventanas del centro comunitario Kariobangi-Norte: adentro, el entrenamiento de boxeo parece casi exclusivamente para niñas y mujeres.

Adolescentes o adultas, son originarias de Kariobangi, Kayole o Korogocho, barrios carenciados del este de la capital de Kenia. Ellas han sido reunidas por la asociación BoxGirls Kenia, que les dan acceso desde 2007 a este deporte con reputación masculina.

Estos 14 últimos años, casi más de 3.000 mujeres se han volcado a la práctica del boxeo. Si bien la mayoría lo hace por diversión, algunas lo han tomado como modo de vida, convirtiéndose en boxeadoras profesionales. Y algunas de ellas han logrado llegar a los Juegos Olímpicos, como Elizabeth Andiego en 2012 o Christine Ongare, quien participará dentro de unos días en Tokio-2020.

En la sala sombría del gimnasio Kariobangi-Norte, todas han comenzado por el mismo motivo: defensa personal en su barrio, donde reina la pobreza y la ley del más fuerte.

"Un día, estaba corriendo y un hombre salió de la nada y me dio un cachetazo. Entonces, quise entrenarme para vengarme", explica Sarah Achieng, hoy profesional con 34 años.

"Una joven que crece en estos barrios sin medios para defenderse... es difícil. Mucha gente (...) considera a una joven como un objeto sexual. Cada vez que las veían, pensaban en agredirlas", apunta Emily Juma, de 22 años.

Si bien aprender defensa personal es legítimo, el entrenador Alfred Analo Anjere advierte que "entrenarse para vengarse no es bueno", recordando que "un boxeador o boxeadora no debe pelear fuera del cuadrilátero".

- 'Una vida digna' -

Anjere creó BoxGirls Kenia en 2007. Originario de Kariobangi, él conocía bien los problemas de las mujeres en estos barrios. "Violencia física, psicológica, sexual, violaciones", "deserción escolar a causa de la pobreza, embarazos, casamientos precoces", "estereotipos culturales y religiosos", enumera el maestro de boxeo.

La violencia poselectoral de 2007 –la peor desde la independencia del país en 1963, con más de un millón de muertos– lo convenció de pasar a la acción. "Decidí usar el boxeo con el fin de que cada chica, cada mujer, pueda aspirar a una vida digna, sentirse valorizada y con igualdad de posibilidades", comenta.

Para él, las mujeres pueden usar las armas que brinda este deporte para la vida cotidiana, desarrollando "la confianza y la autoestima", así como "la resiliencia" para "fijarse objetivos y esforzarse para alcanzarlos".

"Disciplina, concentración, liderazgo, autoconocimiento y toma de decisiones ", completa Sarah Achieng.

"Es un deporte duro, no voy a mentirle a nadie. Pero cuanto más se avanza, más se nota que es para un bien propio, y más se lo ama", subraya Sophia Omari Amat.

Ese día, la joven de 22 años se entrena frente a la atenta mirada de su hermanita de seis años. Sin embargo, durante mucho tiempo tuvo que esconder sus escapadas al gimnasio.

Ella descubrió el boxeo hace diez años, tras una visita de la asociación a su escuela. Pero su padre se oponía a que lo practicase.

- Boxeo en secreto -

"Me decía 'tú eres musulmana, no te lo voy a permitir'. Yo quería seguir haciendo boxeo, entonces mi mamá me cubría. Si mi madre no estaba, entonces mentía y decía que iba a visitar a una amiga enferma", confiesa.

Su perseverancia finalmente convenció a su padre, que hoy se siente "orgulloso" de ella, quien además ahora dirige una filial de la asociación en el oeste del país, tras recibir la formación por parte de la institución.

El principal objetivo de BoxGirls Kenia no es formar campeonas, sino "una mujer lista para enfrentar el mundo exterior en todos sus aspectos", apunta Anjere. "Las mujeres son vulnerables también porque no son independientes económicamente", añade.

La asociación también da cursos de derechos, sexualidad y reproducción, y protección infantil con el fin de "desafiar los estereotipos" y "cambiar la mentalidad" de la gente.

Si bien el lema de su asociación no es lograr "la excelencia deportiva en sí misma", Anjere va a seguir de cerca el desempeño en los Juegos de Tokio de Christine Ongare, boxeadora desde 2008. "Si las chicas como ella triunfan en el boxeo, será un gran orgullo", concluye.

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