La lucha en Macedonia del Norte por salvar el lago más antiguo de Europa

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En el borde de la inmensidad azul del lago Ocrida, el más antiguo de Europa -amenazado por una urbanización y un turismo anárquicos-, Dimitar Pendoski contempla desolado las grandes lonas verdes que recubren su restaurante de playa, cerrado por las autoridades bajo la presión de la Unesco.

En un intento de preservar la clasificación del sitio como Patrimonio Mundial de la Humanidad, el municipio de esta ciudad de Macedonia del Norte acaba de cortar la electricidad del establecimiento.

"Todo el mundo pierde, los empleados, la economía local y, por supuesto, los turistas, porque no tienen dónde ir a la playa", dice a la AFP el dueño del restaurante, de 59 años.

La región del lago Ocrida, que se extiende hasta donde alcanza la vista en la frontera entre Macedonia del Norte y Albania, se distingue desde hace cuatro décadas por su biodiversidad y su patrimonio arquitectónico y cultural únicos.

Pero la Unesco amenaza con colocar el lago en su lista de sitios en peligro en una decisión que se tomará en julio.

En los últimos meses, el municipio de Ocrida desmanteló una decena de bares y restaurantes considerados no conformes en las orillas del lago formado hace más de 1,3 millones de años.

Los ecologistas ven en ello una gota de agua en un océano de urbanización salvaje, que opera en toda la región desde la desaparición de Yugoslavia en los años 1990.

La pequeña ciudad de Ocrida es considerada como uno de los asentamientos más antiguos de Europa, donde se encuentran cientos de iconos bizantinos y restos neolíticos. Las orillas del lago están hoy repletas de hoteles de cinco pisos, muelles y otros comercios.

No faltan problemas entre las escorrentías agrícolas, los ríos desviados hacia el lago -que arrastran la contaminación-, el tratamiento defectuoso de las aguas residuales, el sacrificio de las cañas que sirven de filtros naturales de la capa de agua, los proyectos de puertos deportivos y las infraestructuras de transporte.

- Protección del lago vs. desarrollo económico -

A ello se suma la dificultad de dos países pobres de los Balcanes para coordinar la protección de un sitio cuya parte albanesa está clasificada por la UNESCO desde hace sólo tres años.

"Después de 30 años de negligencia, es normal que la Unesco pierda la paciencia", reconoce el alcalde Konstantin Georgieski, de 43 años, que dirige la ciudad desde la muerte de su predecesor en 2018.

"Todo se ha ido al traste", afirma Nikola Paskali, buceador y arqueólogo de 33 años. Aunque desde hace años explora el fondo del lago en busca de restos de la Edad de Bronce, organiza también salidas para recoger las botellas de plástico, televisores, bañeras viejas e incluso tapas de inodoros que se encuentran allí.

Tanto las autoridades locales como los gobiernos afirman haber tomado el problema en serio, con la adopción de un plan de gestión para la próxima década, pero exigen tiempo para aplicar las recomendaciones de la Unesco.

Por el momento, el alcalde Georgieski afirma haber "limpiado completamente" las playas de chozas en un contexto complicado, que permitió a miles de propietarios construirlas gracias a las fallas de un millar de leyes contradictorias.

Según la Unesco, un tercio de las aguas residuales de Ocrida terminan directamente en el lago.

Las autoridades locales abogan por un turismo más sostenible, familiar y cultural en lugar de reuniones de fiesteros.

Los defensores del medio ambiente consideran que las Naciones Unidas hacen bien en dar la voz de alarma y esperan que se movilicen fondos.

Dimitar Pendoski asegura que tenía todos los permisos necesarios para su restaurante, que acogió durante diez años a clientes en la orilla del agua.

Es necesario un "equilibrio", argumenta. "El objetivo es tener más clientes, proteger el lago y la naturaleza. Pero también se necesita un desarrollo económico local", resume.

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