Disuasión radiactiva para frenar la caza furtiva de rinocerontes

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HANDOUT - El rinoceronte "Igor", en la Reserva Buffalo Kloof Game, antes de ser tratado por protectores de animales de Sudáfrica para protegerlo contra la caza furtiva. Foto: Jessica Shuttleworth/University of the Witwatersrand/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial y mencionando el crédito completo
HANDOUT - El rinoceronte "Igor", en la Reserva Buffalo Kloof Game, antes de ser tratado por protectores de animales de Sudáfrica para protegerlo contra la caza furtiva. Foto: Jessica Shuttleworth/University of the Witwatersrand/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial y mencionando el crédito completo

Los protectores de animales de Sudáfrica comenzaron a armarse y ahora analizan usar sustancias levemente radiactivas en la lucha contra la caza furtiva crónica de rinocerontes. 

Expertos de varios países colaboran en el "Proyecto Rhisotope", que propone inyectar una sustancia leventemente radiactiva en el cuerno de los animales para detectar y disuadir a los contrabandistas. 

Ni bien se intente pasar esos cuernos por las aduanas de aeropuertos o puertos, el producto hará sonar las alarmas de los aparatos de medición. 

Los investigadores esperan poner así un abrupto freno al contrabando de cuernos.

Año a año cae el número de rinocerontes en el mundo. Estos animales de 1,5 toneladas de peso son muy demandados, especialmente en Asia, por su codiciado cuerno y por ello cientos de rinocerontes son asesinados brutalmente cada año. 

James Larkin, de la Universidad Witwatersrand de Johannesburgo, inyectó a mediados de mayo un aminoácido preparado en el cuerno de dos rinocerontes machos, "Igor" y "Denver", en una granja de animales salvajes en la provincia sudafricana de Cabo Oriental. 

Los aminoácidos contiene isótopos no radiactivos de carbono y nitrógeno. 

Los investigadores quieren primero analizar si el aminoácido se distribuye en el cuerno y, en ese caso, cómo. Más adelante, proyectan utilizar isótopos de radiactividad leve que puedan detectarse fácilmente con instrumentos de medición. 

"Es un enfoque muy inusual, porque intentamos reducir el valor del cuerno y, a la vez, dificultar su contrabando", explica a dpa el director de la división de radiación y medicina sanitaria de la mencionada universidad, James Larkin. 

El experto señala que alcanza con inyectar en el cuerno una diminuta dosis de aminoácidos del tamaño de la punta de un bolígrafo.

"La dosis es lo suficientemente pequeña para no dañar el organismo del animal. Primero queremos probar si la dosis permanece en el cuerno", dice Larkin.

Para ello, los dos rinocerontes en los que se realizaron los test serán revisados durante los próximos meses para detectar eventuales riesgos y problemas de salud. 

"Tenemos la intención de presentar un concepto viable para septiembre, probablemente para el Día Mundial del Rinoceronte", dice Larkin. "Es el 22 de septiembre. Recuerdo la fecha porque es mi cumpleaños", ríe el científico.

Si el innovador concepto resulta viable, se ofrecerá a los cuidadores de rinocerontes de espacios públicos y privados del continente africano.

Sin embargo, el proyecto no recibe la aprobación espontánea de todos los activistas defensores de los derechos de los animales. 

La organización ambientalista francesa Robin des Bois considera que detrás se esconde el intento de su principal patrocinador, la agencia de energía atómica rusa Rosatom, de ampliar su influencia en África.  Científicos de Australia, Estados Unidos y Rusia participan en el proyecto impulsado por Larkin. 

La organización Pro Wildlife también tiene una opinión crítica del proyecto.

"Hace años hubo intentos y anuncios de desvalorizar los cuernos de rinocerontes o inutilizarlos mediante pintura o incluso veneno, pero no tuvieron éxito y no pudieron frenar la caza furtiva", dice la portavoz Daniela Freyer. 

La vocera de Pro Wildlife cuestiona que "la radiactividad, aunque sea débil, es aún más preocupante desde el punto de vista sanitario y de protección de la naturaleza que esos intentos previos fracasados".

El número de rinocerontes cazados de forma furtiva en Sudáfrica se redujo en un tercio durante 2020, un año marcado por las restricciones por la pandemia de coronavirus. Pero de todas formas, los cazadores mataron a 400 rinocerontes para quedarse con sus cuernos. 

En Sudáfrica habita cerca del 90 por ciento de la población mundial de rinocerontes. Se estima que en total más de 9.600 animales fueron cazados allí furtivamente entre 2010 y 2019.

A finales de mayo, dos rinocerontes del Parque Natural de Ghaub, en Namibia, perdieron la vida por su cuerno; uno de los animales brutalmente cazados había sido criado como huérfano después de que su madre fuera también asesinada para extraerle el cuerno.

La princesa Charlène de Mónaco, que creció en Sudáfrica, se informó recientemente sobre la lucha contra la caza furtiva durante un viaje a su país natal. A ella también le preocupa esta seria amenaza sobre la población de rinocerontes. 

Aunque el comercio de cuernos de rinocerontes es ilegal y está prohibido, continúa siendo un negocio millonario, según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). 

El comercio ilegal de estos cuernos genera unos 230 millones de dólares (unos 189 millones de euros) anuales, de acuerdo a estimaciones de expertos de Naciones Unidas en el "Informe global sobre los delitos contra la vida silvestre".

El cuerno de rinoceronte es muy popular en Asia, en especial en Vietnam y China, donde se lo utiliza en la medicina tradicional y puede llegar a valer tanto como el oro. 

Según la Unión Mundial para la Naturaleza (UICN), en África quedan unos 20.000 rinocerontes blancos y unos 5.600 rinocerontes negros, que están en grave peligro de extinción.

dpa