El Ártico, una prueba para EEUU y Rusia previo a una posible cumbre

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El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Antony Blinken, partió el domingo en un viaje centrado en el futuro del Ártico, fuente de creciente tensión con China y una prueba para las tensas relaciones que Washington con Rusia, previo a una posible cumbre Biden-Putin.

Blinken se dirige primero a Copenhague, donde se reunirá el lunes con líderes daneses antes de viajar a Islandia para una reunión ministerial del Consejo Ártico de ocho países, el miércoles y jueves.

En Reikiavik, todos los ojos estarán puestos en un encuentro entre Blinken y su homólogo ruso Sergei Lavrov, la primera reunión de alto nivel entre las dos potencias desde que Joe Biden asumió el cargo en enero.

El Ártico, una vasta zona de condiciones extremas e inhóspitas, se ha convertido en los últimos años en escenario de competencia geopolítica entre los países que forman el Consejo Ártico (Estados Unidos, Rusia, Canadá, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia e Islandia).

A medida que el calentamiento global hace a esa región más accesible y menos imponente, aumenta el interés por sus recursos naturales, sus rutas de navegación y su posición estratégica.

Para disgusto de Washington, el Ártico también es codiciado por China, que solo tiene el estatus de "observador" en el Consejo, pero que se ha posicionado como una potencia "cuasi-ártica".

Durante la presidencia de Donald Trump, Estados Unidos rechazó lo que consideraba "agresividad" por parte de Rusia y China en la región. Ahora, la administración Biden parece decidida a seguir asentando su participación en el territorio.

"No estamos diciendo que no a todas las actividades chinas ni a las inversiones chinas, pero insistimos en el cumplimiento de las reglas internacionales y la adhesión a altos estándares", dijo James DeHart, coordinador estadounidense para la región ártica, en una reciente reunión con periodistas.

Algunas actividades chinas, agregó, generan "preocupación" en Estados Unidos.

- Groenlandia no se vende -

Quizás la misión más importante de Blinken sea pasar la página de dos controversias heredadas del gobierno de Trump.

El presidente republicano había afirmado de que Estados Unidos podría comprar Groenlandia, con su inmenso territorio ártico, a Dinamarca, provocando una airada respuesta de Copenhague de que la idea era "absurda" y que ese territorio "no está en venta".

Blinken tendrá que mantenerse alejado de tales provocaciones, ya que se reúne primero con funcionarios daneses y luego hará una breve parada en ese territorio autónomo.

Pero aún, el antecesor de Blinken al frente del Departamento de Estado, Mike Pompeo, pateó el tablero en la última reunión del Consejo Ártico al bloquear el comunicado final del grupo porque mencionaba el cambio climático.

Pompeo incluso pareció ver una oportunidad en el calentamiento climático, al afirmar que la reducción gradual del hielo estaba abriendo nuevas rutas de navegación y creando oportunidades comerciales.

El mensaje estadounidense cambió radicalmente con la llegada de Biden a la Casa Blanca, ya que mandatario demócrata hizo de la lucha contra el calentamiento global una de sus prioridades.

- "Riesgo tremendo" -

El Consejo emitirá un comunicado final esta vez, que ya fue aprobado por los ocho ministerios, así como un "plan estratégico" común para los próximos 10 años, dijo Marcia Bernicat, una alta funcionaria del Departamento de Estado que se ocupa de cuestiones ambientales.

"La apertura del océano, por así decirlo, no es algo bueno sin reservas. También representa un riesgo tremendo", dijo en una rueda de prensa el viernes.

Dijo que estudios recientes muestran que el Ártico se está calentando "no al doble del ritmo, sino al triple del ritmo que el resto del mundo".

El gobierno de Biden quiere utilizar los problemas climáticos para explorar posibilidades de cooperación con Moscú, que ocupará la presidencia rotativa del Consejo Ártico durante los próximos dos años.

Blinken y Lavrov revisarán "la totalidad de la relación bilateral: lo bueno, lo malo y lo del medio", dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.

Es probable que "lo malo" ocupe buena parte de la discusión, dadas las agudas disputas entre ambos países sobre la interferencia de Moscú en las elecciones de Estados Unidos, así como las acusaciones de espionaje y ataques cibernéticos.

Decidido a romper con lo que muchos consideraron como una relación deferente entre Trump y Vladimir Putin, Biden llegó a calificar al líder ruso de "asesino".

Y tras la asunción de Biden, Washington y Moscú se impusieron sanciones mutuamente, en una dinámica de ojo por ojo.

Pero la Casa Blanca insiste en que su política exterior es muy pragmática y está abierta a encontrar puntos de contacto incluso con sus peores enemigos cuando se tate de asuntos de interés estadounidense, como el cambio climático o el desarme.

Ese es el principal objetivo de Estados Unidos en la conferencia de Reikiavik, que se espera que conduzca a la confirmación de una primera cumbre Biden-Putin en Europa en junio.

Washington quiere "probar y tratar de ver si podemos lograr una relación con Moscú que sea más estable y más predecible", dijo Price.

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