Patrimonio histórico iraquí golpeado por el sol, la lluvia y la apatía estatal

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Una de las iglesias más antiguas del mundo se desmorona bajo el sol calcinante del desierto de Irak, víctima de años de conflicto, negligencia estatal y el cambio climático, en un país con un rico patrimonio histórico.

Muchos iraquíes esperaban que la iglesia de Al Aqiser, al suroeste de Bagdad, recibiría multitudes de turistas tras la histórica visita del papa Francisco en marzo pasado a Irak.

Pero la iglesia, al igual que tantas otras reliquias cristianas, islámicas y mesopotámicas, continúa abandonada en el país golpeado por sucesivos conflictos y crisis económicas.

Todo lo que resta de Al Aqiser, construida hace más de 1.500 años en Ain Tamr, son muros de ladrillo y arcilla que se desmoronan.

El arqueólogo Zahd Mohamed lo atribuyó a varios factores: "condiciones climáticas, el hecho de que bajo Sadam Husein la zona fue transformada en un campo de tiro militar, y la falta de renovaciones regulares".

El alcalde de Ain Tamr, Raed Fadhel, dijo que el mantenimiento es un problema de presupuesto, por cuanto "requiere una enorme cantidad de dinero y recibimos escasos fondos del gobierno federal".

A unos 60 km al este se encuentran santuarios chiitas en Kerbala, que atraen anualmente a millones de peregrinos.

Pero ellos no visitan las numerosas iglesias antiguas de Irak, sus ciudades mesopotámicas o las legendarias "ziggurat" babilónicas, unas estructuras piramidales que fueron declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO, dijeron pobladores y autoridades.

- Oportunidades perdidas -

Abdulá al-Jlihawi, quien vive en la provincia de Diwanija, limítrofe con Karbala, dijo a la AFP que "a los extranjeros les importa más el patrimonio que a nosotros".

"Hasta los años '80, una universidad estadounidense realizó excavaciones aquí, había muchas oportunidades de empleo", recordó.

Sin embargo, dijo, todo acabó en los años '90 con el embargo internacional contra el régimen de Sadam.

El gobernador de Diwaniya, Zuhair al-Shaalan, se enorgullece de los más de 2.000 sitios históricos en la provincia y piensa que pueden rendir beneficios económicos.

Pero a casi 20 años de la invasión estadounidense de 2003 que depuso a Sadam, los iraquíes continúan esperando un repunte económico.

En Diwaniya está Nippur, la antigua ciudad sumeria y joya del glorioso pasado mesopotámico de Irak, con sus templos, bibliotecas y palacios.

Hace 7.000 años, Nippur, en el sur de Irak, era uno de los principales centros religiosos para los acadios y luego para los babilonios.

Tras la caída de Sadam, gran parte del sitio fue saqueado por bandidos armados, y otros puntos fueron destruidos por los yihadistas que tomaron control de grandes porciones de Irak en 2014, hasta su derrota tres años después.

"Invertir en estos sitios crearía empleos en nuestra provincia, que es pobre y tiene pocas oportunidades de inversión", afirmó Shaalan.

Pero más allá de la renovación y preservación, Jlihawi reconoce que hay otras dificultades para recibir turistas.

"No hay nada para ellos, las carreteras no han sido pavimentada desde los años 80, el tendido eléctrico es de los 70", comentó.

Irak, un país rico en petróleo, sufre con la escasez crónica de electricidad y agua, así como con el desempleo y la pobreza, que subió el último año a 40% en medio de la pandemia del covid-19.

- Desertificación -

Sitios históricos en la provincia central de Kirkuk también están en deterioro, y "ni las autoridades ni organizaciones privadas hacen algo por el patrimonio", dijo el residente Mohamed Toha.

Apuntando a la ciudadela de 3.000 años de antigüedad, y la "qishla", una guarnición otomana, donde los mosaicos se desmoronan y las paredes están a punto de caer.

Al igual que Nippur, el deterioro de la ciudadela podría significar que quede fuera de la lista tentativa de patrimonios históricos de la UNESCO.

Autoridades locales dicen que las frecuentes lluvias intensas en la región montañosa son responsables del daño.

Irak es uno de los países más vulnerables al cambio climático, según la ONU.

Al mismo tiempo, la expansión del desierto, que ya cubre 50% del país, amenaza la vida humana y animal y pone en riesgo los sitios mesopotámicos y construcciones más recientes.

Entre los años '60 y '80, las ruinas arqueológicas "estaban protegidas por un cinturón verde", recordó Abdulá al-Jlihawi, de Diwaniya, pero los árboles fueron quemados o destruidos por los bombardeos de las guerras sucesivas.

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