Regreso triunfal del campeón del mundo de MMA Francis Ngannou a su Camerún natal

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Un concierto de bocinas recibe al hijo pródigo: Francis Ngannou, campeón del mundo de los pesos pesados de las Artes Marciales Mixtas (MMA), regresó el fin de semana pasado como un héroe a su ciudad natal de Batié, en el oeste de Camerún.

El coloso de 1m93 y 113 kilos, bautizado como 'The Predator' ('El Depredador'), ganó en Las Vegas el 28 de marzo por KO al estadounidense Stipe Miocic, campeón de la categoría, convirtiéndose en el primer africano en consagrarse mundialmente en una de las más prestigiosas ligas, el Ultimate Fighting Championship (UFC) norteamericano.

De pie en la parte trasera de un 'pick-up', Ngannou muestra a sus paisanos, con una gran sonrisa, su cinturón dorado de campeón y saluda a todos aquellos que han viajado a su pueblo para aclamarlo.

Un interminable cortejo de vehículos acompaña al campeón de 34 años, que atraviesa la calle principal que cruza esta ciudad de unos 20.000 personajes, alrededor de la cual se concentran un gran número de niños, mujeres y ancianos.

En la explanada de la fundación creada por Francis Ngannou en Batié para formar a jóvenes deportistas, cerca de 2.000 personas están presentes para una ceremonia de bienvenida.

El campeón, admirador de Mike Tyson, habla con voz suave y tranquila, muy alejada de la que se podría intuir a un 'Depredador' de los 'rings', en un deporte de combate extremo en el que están permitidos los golpes con los pies, puños, rodillas, codos e incluso se pelea en el suelo.

"¡Aquí tenéis el cinturón!", grita el campeón en 'ghomala', una lengua hablada en el oeste de Camerún, ante una muchedumbre extasiada. "Este cinturón es muy bonito, pero solo es un trozo de metal. Para mí, lo más importante, es lo que representa, la fe y la determinación", añade Ngannou.

-"Orgullo de Camerún" -

"¡Ngannou Campeón!", reza una pancarta que lleva, en medio del gentío, un joven aficionado, Armand Teguia, que ha viajado desde Yaundé, la capital, situada a casi 300 km, para estar al lado del que considera un "modelo".

"Estoy muy emocionado, contento y orgulloso de ver a un hermano mayor convertido en campeón del mundo y que es motivo de orgullo de Camerún", se entusiasma. "Me da esperanza, ganas de trabajar. Es el mejor, no hay otro como él", asegura.

Nacido en 1986, Ngannou pasó toda su infancia en Batié. Abandonó sus estudios en el instituto y encadenó pequeños trabajos para sobrevivir, desde una cantera de arena hasta como conductor de moto-taxi.

Descubrió tarde los deportes de combate, pero la ausencia de perspectivas en su país le llevó al exilio. En 2013 llegó clandestinamente a Francia, donde durmió en las calles de París durante un tiempo, antes de conocer a las personas que le introdujeron en el mundo de las artes marciales.

"No soy una leyenda. Solo un niño de pueblo que creyó en sus sueños", asegura. "Lo que guardo de mi carrera es que todo es posible si crees en ello, es posible si no te rindes", añade.

"Cuando era muy pequeño, ya se veía que tenía mucha determinación. Comprendí que tenía un objetivo muy preciso en la vida, pero nunca se lo contó a nadie", dice Ferdinand Kamga, quien coincidió con el "depredador" cuando ambos estaban en la cantera de arena.

- Centro de formación-

En 2019, Francis Ngannou abrió en su ciudad un complejo multideportivo para formar a los jóvenes en las artes marciales.

Ocho veces campeón de Inglaterra de 'jiu-jitsu' brasileño, Sam Michael Crook se instaló en 2019 en Batié para dirigir a los jóvenes en el centro de Ngannou. Varias decenas de chavales se entrenan allá. "Todo es gratis", destaca el británico.

"Es un primer centro. Hemos previsto una segunda sala en Buéa, en la región del sudeste, pero no acabaremos ahí", promete Ngannou.

"El proyecto es inmenso y busca cubrir todo el territorio nacional con (...) oportunidades para que los jóvenes puedan entrenarse a nivel deportivo y favorecer su desarrollo personal. Es lo que permitirá a los niños creer en sus sueños", asegura.

"Francis me sacó de la calle para llevarme donde estoy hoy. No tenía ni para comer. Actualmente, tengo un buen ambiente para poder entrenarme en cualquier momento", explica Desmond Tamungang, campeón de Camerún a sus 28 años.

A mediados de mayo participará en el campeonato de África y su objetivo no es otro que seguir el camino de su mentor."Trabajo duro para que este título de campeón del mundo se quede acá. Nada me impedirá tener este cinturón. Quiero que no solo haya un Francis Ngannou", ambiciona.

En Batié no es el único en tener sueños.

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