En las ciénagas de Mesopotamia desaguan las cloacas de Irak

Compartir
Compartir articulo

En medio de las marismas de Mesopotamia, en el llamado "Jardín del Edén", un tesoro milenario clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, crece una mancha oscura: enormes tuberías de las que emana agua salobre, la de las cloacas que el estado iraquí, incapaz de desarrollar servicios básicos, prefiere hacer desaguar allí.

Las cloacas llevan "contaminación y metales pesados que amenazan directamente a la fauna y flora de las ciénagas", indicó a la AFP Jassim al Assadi, director de la Asociación de defensa medioambiental Nature Iraq.

También pone en peligro "indirectamente al ser humano a través de los búfalos", cuya cría es una de las principales actividades de la región, cuya leche se utiliza para elaborar el "guemar", la muzzarella local, prosigue quien este ex ingeniero en el ministerio de Recursos Acuíferos que ahora se dedica a salvar las marismas.

"Alrededor de las tuberías es donde mueren más peces y tenemos muchas enfermedades", abunda Nader Mohssen, pescador y ganadero nacido en este ecosistema único donde, de acuerdo a la tradición, se encontraba el Jardín del Edén.

- Crimen y pestilencia -

De acuerdo a la ONU, el 70% de los desechos industriales de Irak son vertidos en ríos o en el mar.

Para los habitantes de las marismas, sería una lástima que sus tuberías de cloacas arruinaran uno de los deltas interiores más grandes del mundo, en tanto este pequeño paraíso, enclavado entre los ríos Tigris y Éufrates, en el sur de Irak, sobrevivió a una de las locuras destructoras de Sadam Husein.

Para penalizar a los habitantes de la región, que habían ocultado a rebeldes en 1991, el dictador hizo desecar las marismas.

La superficie de los humedales, de 15.000 km2 en 1991, se redujo a la mitad, lo que la ONU calificó como "uno de los peores crímenes medioambientales de la historia", por el que fueron condenados 32 funcionarios del viejo régimen, uno de ellos a la pena de muerte en 2010.

Hace algunos años, Mohssen y otros habitantes de las marismas, unos pocos miles de familias que luchan para sobrevivir, creyeron que había vuelto a florecer su Jardín del Edén

Había vuelto el agua y con ella más de 200 especies de aves migratorias y otros animales, además de los turistas, la mayor parte iraquíes, para disfrutar paseos en barco o comer pescado a la parrilla.

Pero hoy, huyen tapándose las fosas nasales a causa de los olores pestilente .

Para las autoridades locales los errores son compartidos. Por un lado, de habitantes que realizan conexiones salvajes a las redes de drenaje de aguas pluviales al no estar oficialmente conectadss al sistema de cloacas. Por otro, del ministerio, que no destina presupuesto suficiente al Consejo provincial para construir plantas de depuración.

- Catástrofe ecológica -

"Éstas costarían unos 57 millones de euros (unos 68 millones de dólares)", explica a la AFP Haydar Razzaq, jefe de la dirección de aguas residuales de la provincia de Zi Qar.

Algunas se comenzaron a construir, pero se interrumpieron de golpe, como tantas cosas en Irak, lamenta.

Para Assadi, que trabajó con expertos europeos y estadounidenses, la solución es utilizar fitotecnologías, o sea plantas que descontaminen los humedales. Pero sus solicitudes no son escuchadas.

Para la ONU, actualmente Irak es el "quinto país del mundo más vulnerable al cambio climático", por lo que recuperar las marismas es cuestión de sobrevivencia.

str/sbh/vg/bfi/age/mb