En Irak, crece la impaciencia de la generación post-Sadam Husein

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Hace 18 años, Sadam Husein era expulsado del poder y nacía en Irak toda una generación que no ha conocido la dictadura pero sigue esperando hoy seguridad, empleos, servicios públicos y derecho a expresarse.

Husein tenía apenas tres años cuando las tropas de Estados Unidos tomaron Bagdad el 9 de abril de 2003. En su ciudad de Nassiriya (sur), cuna de tantas revoluciones, ha escuchado hablar de aquel "sangriento régimen" del partido Baas "que llevó a Irak a tantas guerras costosas en vidas humanas y recursos" y luego al embargo de los años 1990.

Pero de la "democracia y la libertad" prometidas por los estadounidenses, no ha visto nada, salvo "un sistema podrido y partidos políticos incapaces".

Desde su infancia, solo ha conocido su pequeña escuela de arcilla, "hospitales ruinosos y ninguna perspectiva de empleo", relata.

- Derrumbe total -

Nunca llegó el futuro soñado: ni puentes ni centrales eléctricas, ni carreteras asfaltadas desde 2003. "Es el derrumbe total".

"Los pobres no pueden vivir en este país" afirma Ibrahim, de 21 años, que vive en la ciudad santa de  Kerbala, más al norte.

"Soñaba con ingresar en la academia militar, pero debí suspender el colegio" para dedicarse a la venta callejera, cuenta a la AFP.

En un país en el que dos niños de cada cinco viven bajo el umbral de la pobreza, según la Unicef, Husein intenta conciliar escolaridad y trabajo. Desde que tenía 13 años, se vio obligado a trabajar después de la escuela.

Incluso hoy, cuando termina sus cursos de ciencias políticas en la universidad, busca con su hermano empleos precarios que permitan alimentar a los siete miembros de su familia.

Husein será pronto el primer licenciado universitario de su familia. Pero eso no lo tranquiliza, pues en este país cada año 700.000 jóvenes llegan al mercado de trabajo luchando por un puesto de funcionario.

En efecto, el sector privado es inexistente, y las viejas costumbres del régimen socialista Baas siguen muy enraizadas.

Pero en el sector público también la corrupción y el clientelismo, las dos plagas de Irak, se imponen: "para acceder al sector público, hay que pertenecer a un partido político" se queja Husein.

El resultado es un desempleo entre los menores de 25 años -- 60% de los 40 millones de iraquies -- que llega al 36%. Una reserva de potenciales aspirantes a los numerosos grupos armados del país, que sí pagan salarios fijos, mientras que el Estado --dependiente de sus petrodólares-- paga  generalmente con retraso a sus funcionarios.

- Manifestaciones y exilio -

El exilio es muy difícil para los licenciados universitarios iraquíes, pues la mayoría de sus títulos no son reconocidos en ninguna parte, cuando hace poco más de un siglo la universidad de Bagdad era una de las más prestigiosas del mundo árabe.

Muchos jóvenes se ven impulsados a protestar, a manifestarse, como Rawan, una muchacha de 18 años, nacida en Libia, donde su padre debió exilarse huyendo del régimen de Sadam Husein.

Su familia ha regresado tras la llegada del nuevo régimen, pero la joven tuvo que emigrar al Kurdistán, región iraquí autónoma del norte del país.

Como decenas de militantes de la "revuelta de octubre" lanzada en 2019 por jóvenes decididos protestar contra la corrupción y la incompetencia, Rawan se ha jugado la vida.

Unos 600 manifestantes han muerto, decenas más han sido secuestrados y las intimidaciones y los asesinatos prosiguen pese a que la "revolución" hace tiempo que terminó, aparcada por la pandemia del coronavirus.

Y pese al miedo y las privaciones, la muchacha -igual que Husein- sigue determinada a obtener "un cambio de régimen": "No es fácil, pero el futuro de este país lo decidirá nuestra generación", asegura.

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