Continúa la muerte de elefantes en África

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ARCHIVO - Un elefante macho en el Parque Nacional Amboseli, cerca de Nairobi, Kenia. Foto: picture alliance / Klaus Blume/dpa
ARCHIVO - Un elefante macho en el Parque Nacional Amboseli, cerca de Nairobi, Kenia. Foto: picture alliance / Klaus Blume/dpa

En la entrada al aeropuerto internacional King Shaka de Durban, en un coche detenido, policías sudafricanos hallaron a mediados de febrero dos pesados colmillos de elefante en el maletero. Los tres ocupantes fueron detenidos. En un refugio al norte de la ciudad costera poco después fueron detenidas otras tres personas. Una unidad especial de la Policía había recibido una pista anónima que indicaba que los hombres estaban buscando quien les comprara el marfil.

Casos como este siguen ocurriendo, pero en los últimos meses ocuparon pocos titulares: las estrictas limitaciones impuestas por la pandemia de coronavirus dejaron el tráfico de marfil en un segundo plano. Pero no hay datos asegurados al respecto.

"En el Parque Nacional Krüger de Sudáfrica el confinamiento claramente llevó a que se mataran menos rinocerontes. Presumiblemente esto vale también para los elefantes allí", comenta Daniela Freyer de la organización protectora de animales Pro Wildlife, pero hace referencia a la situación especial del recinto cercado. "El temor generalizado es que en otras zonas, a causa del confinamiento, la caza furtiva haya aumentado, porque los guardas no pueden permanecer en sus puestos".

Heike Henderson de la organización Future for Elephants opina parecido. "La población de elefantes se sigue reduciendo y alcanzó un mínimo histórico", explica con ocasión del Día Mundial de la Naturaleza y la Vida Silvestre que se celebró el 3 de marzo.

Mientras sobre todo en el centro y el oeste de África la caza furtiva continúa, al menos en el este de África parece perfilarse una tendencia a la baja en la caza de elefantes en tiempos de confinamiento.

"Debido a la evolución general, sería un error fatal de nuestra parte concluir a partir de esto que la situación de los elefantes es más relajada", opina. Y subraya: "En los últimos 50 años perdimos aproximadamente un 80 por ciento de la población de elefantes".

La fuente más reconocida sobre la cantidad de elefantes en África es el banco de datos de la organización internacional protectora de animales IUCN. Pero la última publicación de ese banco de datos es de 2016 y se basa en el relavamiento de 2015.

De acuerdo a esas estimaciones luego de que en 1970 hubiera unos dos millones de elefantes, en ese momento solo había 415.000. Solo en Botsuana había 131.626 animales. El delta del Okavango de allí es famoso a nivel mundial por sus paisajes espectaculares y la riqueza de su fauna y alberga la mayor población de elefantes a nivel global.

Pero desde hace aproximadamente un año misteriosos casos de muertes preocupan a los protectores de animales. Cientos de elefantes simplemente se desplomaron y quedaron en el suelo sin vida.

Este año se repite este escenario misterioso. "De enero a hoy fueron identificados en total 39 cadáveres de elefantes. Las primeras investigaciones descartaron bacterias o ántrax como causa de muerte", dijo a dpa a fines de febrero Kabelo Senyatso, director de la sección encargada del Parque Nacional.

La mayoría de los cadáveres, que aún poseían los colmillos tan codiciados por los cazadores, se hallaron en la región de Mombo. El año anterior, murieron unos 330 elefantes a unos 230 kilómetros en mismo parque de Okavango.

Las autoridades identificaron entonces a cianobacterias, también conocidas como algas verdeazuladas, como la principal causa de las muertes. Pruebas en laboratorio a la sangre de los animales muertos así como análisis de la tierra y el agua demostraron que estos microorganismos, que generan tóxicos, mataron a los animales en el delta del Okavango en el noroeste del país, explicaron las autoridades a mediados de septiembre.

Algunas especies de cianobacterias generan sustancias tóxicas potencialmente letales. Eso, por ejemplo, puede tener consecuencias para animales que beben de aguas en las que los microbios se reprodujeron masivamente en flores de algas.

El Fondo Internacional para el Bienestar Aninal (IFAW) hizo referencia en un comunicado a los resultados de una investigación del ex asesor del IFAW Rudi van Aarde, según la cual también puede tener un papel el acceso limitado a agua fresca en los espacios cada vez más acotados en que viven estos animales.

"La trágica muerte masiva del año pasado lo dejó en claro: limitar el territorio a los elefantes puede ser devastador", dice Jason Bell del IFAW. Lesego Kgomanyane del Ministerio de Medio Ambiente de Botsuana hace referencia a que en la zona fronteriza con Angola, Namibia, Zambia y Zimbabwe se abrirán históricas rutas de migración.

Un equipo internacional de investigadores dirigido por el Instituto Leibniz de Investigación de la Zoología y la Vida Silvestre en Berlín probó que los virus pueden utilizar las pocas fuentes de agua dulce como medio de transmisión para expandirse entre los animales.

El equipo tomó muestras de fuentes de agua en ecosistemas de África y Mongolia con largas épocas de sequía e intentó criar allí determinados virus animales. Los resultados publicados en la revista especializada "Science of the Total Environment" confirmaron que de hecho funciona. Los pozos de agua pueden ser así un punto clave para la transmisión de agentes patógenos dentro de una especie o entre especies.

A los protectores de animales también les preocupa un proyecto de perforación del lado namibio del Okavango, donde la empresa canadiense Recon quiere buscar petróleo y gas. La zona adjudicada a la empresa está en su mayor parte dentro de la reserva natural de Kaza, donde ya se realizaron las primeras perforaciones de prueba, dijo Henderson.

"Las investigaciones sísmicas previstas tienen probados efectos negativos en los elefantes, cuya última gran población en África vive en Kaza". Ella considera que también Alemania debe hacerse cargo, dado que con 35 millones de euros es el principal financiador de Kaza.

dpa