Cómo superar las fases difíciles de los hijos

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ILUSTRACIÓN - En las fases difíciles, en busca de mayor autonomía, los niños prueban sus propios límites y también los de sus padres. Foto: Silvia Marks/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto
ILUSTRACIÓN - En las fases difíciles, en busca de mayor autonomía, los niños prueban sus propios límites y también los de sus padres. Foto: Silvia Marks/dpa - ATENCIÓN: Sólo para uso editorial con el texto adjunto

Con los hijos se viven a veces etapas complicadas. Apenas salen los primeros dientes, el niño comienza caminar y a mordisquear el pan, puede que comiencen los berrinches en el parque, en la caja del supermercado o mientras se viste. ¡Uf! Entonces es cuando uno piensa: ¿Esto va a continuar hasta la pubertad?

La mala noticia es que sí. La buena, que los niños pasan por estas fases porque las necesitan para desarrollarse como personas. Y los padres no están completamente indefensos ante estas situaciones. A continuación, un repaso genérico:

Persona pequeña, enfado grande: la fase de autonomía

¿Puede caber tanta ira en una persona pequeña? Eso es algo que sorprende a muchos padres en el segundo año de vida de su hijo. Cuando los grandes estallidos emocionales determinan la vida cotidiana, se suele hablar de "fase desafiante".

Sin embargo, la educadora infantil Kathrin Hohmann se aleja de ese término, ya que conlleva un aspecto más bien negativo. En su opinión, "en esta fase, los niños desarrollan su propia voluntad y quieren ser más independientes, una necesidad humana básica y, por tanto, es algo bueno".

¿Por qué es importante esta fase? La etapa de autonomía sienta las bases para que los niños escuchen y defiendan sus necesidades. "De esta forma, los niños también se protegen de las experiencias negativas y los abusos", explica Hohmann.

Cuando los niños saben que por amor a sus padres no tienen que reaccionar mal ante un pariente, también les resultará más fácil decir "no" más adelante.

¿Qué ayuda en estas situaciones? "Es útil darse cuenta de que el niño está luchando por ser él mismo, no contra los padres", señala la educadora infantil Hohmann. Aun así, enfrentarse a una rabieta con la cabeza fría no es fácil.

Para actuar con contención, puede ayudar respirar profundamente o contar todos los objetos cuadrados de la habitación. Sobre esta base, es más fácil tranquilizar al niño mirándole a los ojos e intentar transmitirle que se le va ayudar, que el pequeño puede contar con los padres.

Cuando el niño se cuestiona si sigue siendo importante: la crisis de los hermanos

Las nuevas incorporaciones a la familia no siempre son una buena noticia para todos. "Para algunos niños, un nuevo hermano supone una gran crisis", explica Hohmann. Rechazan o ignoran abiertamente al recién llegado.

¿Por qué es importante esta etapa? Al igual que en la fase de autonomía, el niño no se comporta así porque quiera arruinar una situación o porque piense que el hermano es estúpido. A través de su comportamiento, lo que hace es luchar por sí mismo. Detrás de esto suele haber una buena parte de miedo a la pérdida, el miedo a perder a los padres.

¿Qué ayuda? "Puede ser útil que los padres acepten que el conflicto se produzca. Al fin y al cabo, es un periodo de adaptación", dice Hohmann. Organizar encuentros en los que se dedica el tiempo exclusivamente al niño refuerzan el vínculo entre el pequeño y los padres.

Mucho peso sobre los hombros: la fase en la que se mueven los dientes

Durante esa fase en la que caen los dientes de leche y se acercan a la pubertad, la mochila pesa mucho y no sólo es la que llevan al colegio, sino también la emocional. Normalmente, los niños pasan por esta etapa entre los cinco y los diez años. Los cambios de humor, la tristeza, la rabia y el retraimiento son los primeros indicios de que la pubertad está a la vuelta de la esquina.

"La diferencia: la fase en la que se mueven los dientes no tiene nada que ver con las hormonas", apunta la autora alemana Laura Fröhlich, que ha escrito un libro sobre el tema. Es una época en la que más bien, los niños se sienten divididos entre ser pequeños y hacerse grandes.

¿Por qué es importante esta fase? "El cambio es difícil para muchos niños", apunta Fröhlich. Así que no es una coincidencia que la fase en la que los dientes se mueven a menudo vaya de la mano con el comienzo de la escuela.

¿Qué ayuda? Los estados de ánimo de los hijos, que un día son de una forma y al siguiente de otra, desconciertan a muchos padres. En esos momentos es bueno para los niños que los padres les dejen ver que no pasa nada por esa actitud ambivalente. Lo importante es hacerles ver que se les apoya en las experiencias que están viviendo y que van a estar ahí cuando quieran volver a ser como niños pequeños.

Cambios en todas partes: la pubertad

En la pubertad mandan las hormonas. Se inician importantes cambios físicos y emocionales. "Los adolescentes quieren ahora probarse a sí mismos fuera de la familia", explica la psicóloga Elisabeth Raffauf. Esto da lugar a discusiones en muchas familias, por ejemplo, sobre la ropa o los horarios de las salidas nocturnas.

¿Por qué es importante esta fase? Durante la pubertad, los adolescentes se separan de sus familias y adquieren independencia. Los desacuerdos con los padres son importantes en ese sentido. Se vuelve problemático cuando los adolescentes se tragan los conflictos, por ejemplo, por miedo a que su rebelión pueda romper la familia.

¿Qué ayuda? Durante la pubertad, padres e hijos negocian sobre muchas cosas. "Los padres deben examinar regularmente sus actitudes", señala Raffauf. "¿Se trata de ganar una pelea contra el hijo o de protegerlo?" En estas situaciones también resulta útil no interpretar el comportamiento del adolescente como un desprecio.

dpa