Turquía, un refugio cada vez menos seguro para los uigures

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Después de haber pasado 20 años en una prisión china, Abdulá Abdulramán se refugió en Turquía, que durante mucho tiempo cobijó a decenas de miles de uigures, una minoría musulmana perseguida en China.

Pero como ahora Ankara depende de las inversiones de Pekín y de la vacuna china contra el nuevo coronavirus, este refugiado de 46 años teme ser expulsado a China, un país acusado de haber internado a más de un millón de uigures en campos.

"Aquí ya no estamos seguros", lamenta Abdulramán, quien desde hace dos meses participa en manifestaciones diarias frente al consulado chino en Estambul.

"Si Turquía me envía de vuelta (a China), los chinos no me dejarán vivo", añade. "Tenemos miedo de ser expulsados".

El temor ha aumentado desde que el Parlamento chino ratificó en diciembre un acuerdo de extradición con Turquía que data de 2017.

Los diputados turcos no se han pronunciado sobre este texto, pero los uigures que viven en Estambul denuncian un clima cada vez más hostil que ha llevado a miles de ellos a huir a Occidente.

- "Todas nuestras esperanzas" -

Abdurramán fue encarcelado en China en los años 1990 por haber participado en manifestaciones contra el régimen. En 2014 llegó a Turquía.

En Estambul encontró paz y seguridad entre la diáspora uigur, que comparte con la población turca las raíces culturales y lingüísticas.

Pero el respiro duró poco: desde 2018 su vida vuelve a estar inmersa en la incertidumbre.

La policía turca lo detuvo bajo sospecha de "actividades terroristas", el mismo cargo del que le acusan las autoridades chinas. Estuvo un año encerrado en un centro de detención para inmigrantes en el oeste de Turquía.

Un tribunal turco lo absolvió pero le negaron la renovación del permiso de residencia, esencial para recibir cuidados médicos, utilizar el transporte público o abrir una cuenta bancaria.

"Muchos se encuentran indocumentados como yo, a causa de las presiones de China", comenta.

"Hemos huido de China y depositado nuestras esperanzas en Turquía. Si Turquía nos expulsa, nadie nos protegerá, excepto Alá", agregó.

- Vacunas a cambio de influencia -

El ministro de Relaciones Exteriores turco, Mevlüt Cavusoglu, intentó tranquilizar a los refugiados afirmando que una ratificación del tratado de extradición por parte de Ankara no significa "que Turquía vaya a expulsar a los uigures a China".

Pese se acusa a Ankara de expulsar a los uigures de forma indirecta, enviándolos a terceros países, como Tayikistán, desde donde son llevados a China.

El presidente Recep Tayyip Erdogan, que hace un tiempo era uno de los pocos dirigentes que denunciaban la forma en la que Pekín trataba a los musulmanes, llegando incluso en 2009 a acusarla de "genocidio", ahora guarda silencio.

Un silencio que contrasta con la indignación expresada públicamente por países occidentales, ya que cada vez hay más pruebas sobre la difícil situación de los uigures.

Después de haberlo negado inicialmente, China reconoció la existencia de los campamentos en Xinjiang pero afirma que son "centros de formación profesional".

Según Seyit Tumturk, un activista independentista uigur, China aprovecha las vacunas contra el coronavirus --las únicas disponibles en Turquía hasta la fecha-- y la erosión de las relaciones entre Ankara y Occidente para "ampliar su influencia".

- "Instrumento político" -

Según él, unos 3.000 uigures se han ido de Turquía desde 2019 por miedo a que la situación se deteriore en el país.

Obul Tevekkul, un agente inmobiliario del distrito de Sefakoy, en Estambul, donde viven muchos uigures, tiene la impresión de que su comunidad se ha convertido en un "instrumento político".

Dice que está "decepcionado por estos acuerdos comerciales y políticos (sobre la vacuna y la extradición) con China".

A pesar de todo, Semsinur Gafur, de 48 años, espera que Erdogan asuma el papel de defensor de los musulmanes oprimidos.

Con lágrimas en los ojos esta mujer recuerda cuando el presidente turco acusó en 2009 a Israel de "matar a niños palestinos" durante el foro de Davos. "One minute!" ("¡Un minuto!"), gritó Erdogan cuando el moderador quiso cortarle la palabra.

Gafur se echa a llorar. "Lo único que queremos es que el presidente turco diga '¡Un minuto!' a China".

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