Familias palestinas aguardan que la CPI rinda justicia a sus muertos

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Durante la guerra de Gaza en 2014, Nevine perdió a su esposo y tres de sus hijos resultaron heridos en un bombardeo del ejército israelí en una escuela. Siete años después, esta palestina espera que la Corte Penal Internacional (CPI) les rinda justicia.

Cuando la CPI se declaró competente a principios de febrero para juzgar hechos ocurridos en los territorios ocupados, Nevine Barakat se sintió "feliz y llena de esperanza".

"Era como si el mundo empezara a entender que se tenía que poner término a la injusticia israelí", explica a la AFP, al borde del llanto.

En el verano de 2014, Israel lanzó una operación para acabar con los disparos de cohetes del movimiento islamista armado Hamás, que controla la Franja de Gaza, en dirección a su territorio.

Unos 2.250 palestinos murieron, la mayoría civiles, así como 74 israelíes, sobre todo soldados, en estos enfrentamientos que quedaron marcados a fuego en Gaza e Israel.

En la noche del 30 de julio de 2014, Nevine y su familia, como muchas otras, se refugiaron en una escuela de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza, tras la destrucción de sus casas en los ataques.

Pero, en plena guerra, el ejército israelí bombardeó esta escuela.

"Conté siete obuses antes de perder el conocimiento", recuerda esta madre de cinco hijos, herida en la espalda y con los miembros inferiores paralizados. Dijo que recuperó la conciencia con los gritos de su hijo por la muerte de su padre.

Su hija Samar, herida, cuenta cómo intentaba evitar los obuses, "pero caían delante y detrás nuestro".

"Quienquiera que mata tiene que ser castigado, e Israel tiene que responsabilizarse de sus crímenes", zanja esta chica, de 18 años.

- "Siete años esperando" -

Según un documento de 2015 de la ONU, 44 palestinos murieron y al menos 227 resultaron heridos "en las acciones israelíes (...) contra infraestructuras de Naciones Unidas utilizadas como refugios de emergencia", entre principios de julio y finales de agosto de 2014.

"Estos edificios (...) tienen que ser lugares seguros, sobre todo en periodo de conflicto armado", advertía la ONU, aunque también estimaba "inaceptable" que grupos armados utilizaran escuelas de la UNRWA para almacenar armas.

Por su parte, el ejército israelí, que repite sin cese haber hecho todo lo posible para minimizar las víctimas en Gaza, insistió en que Hamás se servía de estos centros para disparar contra Israel, utilizando a los palestinos como "escudos humanos".

Cuando la CPI anunció el 5 de febrero que era competente en los territorios palestinos ocupados, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, invocó el derecho de Israel a "defenderse contra los terroristas".

Pero ese argumento no convence a Montaser Bakr, de 17 años: "¡Yo le contaré a la CPI como mi primo Ismail, de 9 años, fue asesinado por Israel cuando jugaba con la pelota!".

Este día de julio de 2014, Montasser jugaba al fútbol en la playa. Él quedó herido en el bombardeo, pero su hermano Zakaria y sus tres primos, de 9 a 11 años de edad, perecieron. La muerte de estos niños dio la vuelta al mundo.

La madre de uno de ellos todavía llora hoy su muerte.

"Los que sobrevivieron a estos bombardeos han perdido las ganas de vivir y tienen problemas psicológicos", dice Salwa Bakr, de 46 años. "Hace siete años que estoy esperando este momento y que los dirigentes de la ocupación (como llaman los palestinos a Israel) sean juzgados".

- "Nada cambiará" -

En 2014, Amnistía Internacional denuncio ataques israelíes contra casas, sin aviso previo. Según esta oenegé, más de 100 civiles, entre ellos "familias enteras", murieron.

Mohamad Abu Jazar, de 34 años, perdió sus piernas en el bombardeo de su casa en Rafah (sur), en el que fallecieron su mujer y dos de sus hijos pequeños.

"Estábamos durmiendo cuando empezaron los bombardeos. Todo el barrio fue bombardeado", dice este hombre en silla de ruedas.

En su teléfono, muestra una fotografía de sus hijos muertos.

Lo sabe, la CPI no se los devolverá. "No estoy seguro de que la decisión del tribunal cambie nada", se lamenta, junto a su hija Maysam, la única que sobrevivió.

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