Reseña: “Supernova” es una estrella que arde discretamente

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Los actores Stanley Tucci y Colin Firth han sido amigos por 20 años y esto queda en evidencia al verlos interpretar a un par de viejos amantes en “Supernova”, una película desgarradoramante hermosa.

El dúo de actores galardonados es como un viejo suéter en pantalla, cómodo y con pasado, mostrando ese tipo de afecto agrio que la gente se da cuando el ardor de la lujuria ha dado paso al fuego lento de la adoración.

En una de las primeras escenas de “Supernova”, el personaje de Tucci le pregunta al de Firth cómo va todo. “Bien”, le responde serio. Tucci lo conoce bien: “Mentiroso”, le dice, sencillamente.

Tiene razón. La película se trata de una pérdida inminente: Tusker (Tucci) tiene principios de demencia y Sam (Firth) es arrojado a la posibilidad de que su amor perdure más que su amante.

El guion del escritor y director Harry Macqueen es tan sobrio y natural como el escenario el Distrito de los Lagos de Inglaterra, con sus antiguas paredes de piedra y verdes campos con neblina. La demencia nunca se menciona como tal; sólo se hace una referencia vaga a esa “maldita cosa”.

La película abre con la pareja en una casa rodante visitando los lugares y personas con las que han disfrutado a lo largo de los años. Tusker, un novelista estadounidense, está aparentemente terminando un nuevo libro y el viaje terminará con Sam, un pianista muy británico, dando un concierto.

La enfermedad de Tusker es obvia pero sutil: una palabra perdida por ahí o dificultades para ponerse una camisa. Admite estar “un poco confundido”, pero es una persona férreamente independiente y perder el control es claramente su peor temor.

“Me estoy volviendo un pasajero, y yo no soy un pasajero”, dice en un momento. En otro, dice: “Quiero ser recordado por quien yo fui, no por quien estoy a punto de convertirme”.

Sam trata de mantenerse fuerte. Se mete al baño para componerse cuando sus emociones lo están sobrepasando, camuflando sus lágrimas con el agua del lavamanos. “¿Soy suficientemente fuerte? ¿Puedo hacer esto?”, se pregunta.

El título deriva del hecho de que ambos son astrónomos amateur y es una referencia a la nada que nos espera a todos, pero en especialmente al vacío que enfrenta Tusker. Es una pequeña historia de dos hombres que de alguna manera resuena con todos nosotros, como polvo de estrellas.

Hay diálogos que se quedan grabados. “No se supone que uno esté de luto cuando la persona sigue viva”, dice Tusker. Más tarde Sam trata de explicar su dilema en un sentido cósmico: “No se trata de justicia. Se trata de amor”.

Otras películas han retratado historias sobre personas con demencia, como Glenda Jackson en “Elizabeth Is Missing” (“Elizabeth está desaparecida”), Julie Christie en “Away From Her” (“Lejos de ella”) y Julianne Moore en “Still Alice” (“Siempre Alice”), pero esta historia se siente diferente.

“Supernova” presenta a una pareja del mismo sexo que sobrelleva una enfermedad, pero trasciente la sexualidad. Cualquiera en una relación de largo plazo sonreirá al ver a Sam y Tusker discutir de buena gana por un espacio en la cama o el sistema de navegación. Cualquiera puede derretirse cuando Sam usa el brazo de su amante como teclado, besa la cabeza de Tucci con ternura o cuando sus brazos están entrelazados alrededor del otro.

La cámara a menudo se mantiene en el asiento trasero viéndolos a los dos navegar, en sentido literal y figurado, en este nuevo territorio. La música del compositor Keaton Henson, interpretada con cuerdas y piano, es dolorosamente triste.

También hay momentos en silencio tan poderosos como una explosión estelar. En uno, Sam revisa el más reciente manuscrito de Tusker y ve cómo su letra, alguna vez audaz y agresiva, se vuelve cada vez más desordenada y vacía, hasta que sólo queda una palabra solitaria y tachada en la página.

En todo caso, esta es una película que nos aconseja a aferrarnos y atesorar los momentos que pasamos juntos: las fiestas, las caminatas, las comidas, los arrumacos silenciosos.

“Gracias”, dice Sam mientras conducen por una carretera angosta.

“¿De qué”, le pregunta Tusker.

“Esto”, dice Sam.

Es el mismo sentimiento que le ofrecemos a Macqueen: gracias por esto.

“Supernova”, un estreno de Bleecker Street, tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por su lenguaje, referencias a la demencia y al suicidio. Duración: 93 minutos. Tres estrellas y media de cuatro.

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En internet: https://bleeckerstreetmedia.com/supernova

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Mark Kennedy está en Twitter como http://twitter.com/KennedyTwits,