Para los niños suizos de tres y cuatro años la democracia es un juego

Compartir
Compartir articulo

Unos niños de tres y cuatro años esperan en fila para depositar en la urna su papeleta para un voto que cambiará la vida en la aldea imaginaria en la que tienen la última palabra.

Una red de tres centros de preescolar privados de Lausana, a orillas del lago Lemán, ha creado un proyecto ciudadano para los más pequeños con el fin de familiarizar a los futuros ciudadanos con el sistema de democracia directa del que Suiza se siente muy orgullosa.

"La idea es permitir que los niños aprendan la democracia. Para nosotros, también consiste en ser fieles a nuestra misión, hacer que los niños sean actores del cambio y de su futuro", explica a la AFP Olivier Delamadeleine, director general de Educalis, que gestiona estos centros.

En Suiza hay un movimiento para concienciar a los jóvenes sobre la participación en el sistema de "votaciones", es decir los referéndums celebrados varias veces al año para que los ciudadanos opinen sobre distintos temas.

Pero el proyecto de Educalis sorprende por la corta edad de los participantes.

- Una aldea en el bosque -

Una vez por semana, unos 35 alumnos de las unidades de preescolar se reúnen en la "aldea" situada en un bosque.

Algunos de los niños desempeñan roles precisos: jefe de aldea, enfermera o policía, disfrazados para que así se identifiquen mejor con el papel.

"Se toman muy en serio su rol", declara Delamadeleine, mientras una "enfermera" vestida con una camiseta con el emblema de la Cruz Roja, sobre su traje de esquí, corre para socorrer a un compañero que llora desconsolado después de caer de cabeza en la nieve.

Las visitas a la "aldea" son al aire libre, independientemente de la meteorología.

Vestidos con monos multicolores, los niños esperan con ansia el gran momento del día: el referéndum.

Eve L'Eplattenier, directora de dos de los tres centros, está arrodillada detrás de una mesa sobre la que hay una caja metálica, y muestra la bandera blanca con un emblema de colores vivos y una E grande.

"Es vuestra nueva bandera", explica a los niños, que eligieron el diseño durante su primera "votación", en noviembre.

Para el voto de hoy recibieron el material electoral en un sobre, como cualquier ciudadano suizo antes de los comicios.

Esta vez la pregunta es más sutil. Se les pide que decidan como preferirían votar en el futuro: en secreto, poniendo una cruz en su elección, o levantando la mano.

Olivia y Layla, cuyas camisetas pintadas a mano las identifican como las jefas de la aldea, echan una mano a L'Eplattenier.

Después cada niño desliza el sobre en la urna. Como llevan guantes, es más difícil de lo que parece.

- ¿No a la siesta? -

En cuanto hayan cumplido con su deber electoral, cinco niños y tres adultos contarán los votos en un pequeño albergue, que hace las veces de cantina.

La directora les explica cómo hay que abrir los sobres y cómo hacer dos pilas distintas.

Entonces cuentan los votos y Layla proclama el resultado: "A mano alzada había 19 y para el voto secreto había 17".

Algunos están decepcionados, pero Eve L'Eplattenier afirma que superar esta frustración forma parte del aprendizaje de la democracia.

La próxima votación, dentro de unos meses, será sobre un sistema de reciclaje para la "aldea", y el siguiente les cambiará la vida.

"Podrán posicionarse sobre la hora de la siesta, la duración, si es obligatoria u opcional, pueden ser temas interesantes", explica la directora.

nl/vog/apo/erl/mar