El espectro de los atentados vuelve a rondar por los hospitales de Bagdad

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Madres afligidas y hermanos preocupados iban este jueves de cama en cama, en un hospital de Bagdad, para tratar de reconocer a un familiar, después del atentado más sangriento desde años en la capital iraquí.

Al hospital Sheikh Zayyed, a menos de tres kilómetros de la plaza Tayaran, donde dos suicidas se hicieron estallar por la mañana, ya fueron llevados cadáveres y 13 heridos graves.

Todos se encontraban hace unas horas en la concurrida plaza del centro de la capital, donde jornaleros esperan a un eventual empleador y transeúntes pasean por el mercado de ropa usada.

"Mi hermano está casado, tiene dos hijos y esta mañana salió a traer comida. ¿Qué pasará con sus hijos ahora?", lanza Abas  Sami, de 25 años, sin noticias de él desde el atentado, que causó al menos 32 muertos y más de un centenar de heridos.

En el hospital de Al Kindi, también a pocos kilómetros, enfermeros en bata azul empujan una camilla entre familias que corren.

Un poco más lejos, el ministro de Salud Hasan al Tamimi se inclina sobre un hombre con respirador que lucha por su vida. El pecho del herido apenas de mueve.

Mazen al Saadi, por su parte, sobrevivió a la explosión en la plaza, que recorría con un amigo. Este último "se alejó unos metros, luego no lo volví a ver... hasta ahora", lamenta el iraquí, de 34 años, que acaba de descubrir el cadáver de su amigo en el hospital.

- Irak, devorado por la corrupción -

Con las elecciones legislativas prometidas en junio por un gobierno que llegó al poder después de una revuelta inédita, pero que está atrapado financieramente, sin apoyo político ni popular, "se esperaba un retorno de los atentados", prosigue el hombre.

Pero mientras la clase política sigue permitiendo que se posponga o cancele el escrutinio, "los conflictos políticos volvieron y se podría regresar al pasado", a la época en la que los enfrentamientos religiosos y políticos sumieron al país en una guerra civil, entre 2006 y 2010.

El balance de los ataques del jueves es mucho menor que durante la época de los ataques yihadistas coordinados, en todos los rincones de Bagdad. Está lejos de los 15 coches bomba por día y de los atentados con más de 300 muertos.

Pero los habitantes se habían acostumbrado a la estabilidad, olvidando los años negros de Al Qaida y luego del grupo Estado Islámico (EI).

El jueves el miedo era el mismo en las miradas. Y con la experiencia del pasado, todos dicen no hacerse ilusiones. "¿Dónde está la información? ¿Cómo pueden los yihadistas llegar al corazón de Bagdad cuando el gobierno afirma haber derrotado al EI?", se pregunta Abu Zayneb, que perdió a su hermano en el atentado en Tayaran.

El propio jefe de Inteligencia reconoce que se produjo un incumplimiento de las normas de confidencialidad.  "Estábamos en alerta para las Fiestas de Fin de Año, esperábamos ataques y al final nada ocurrió, bajamos la guardia", confiesa a la AFP.

Todo esto, afirma Abu Zayneb -al igual que los otros 40 millones de iraquíes- es culpa de la corrupción que corroe las instituciones, incluso las que supuestamente garantizan nuestra seguridad.

"Irak ha sido devorado por la corrupción y los conflictos entre políticos", resume.

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