Divisiones en polémico congreso de la extrema derecha alemana en plena pandemia

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Las divisiones afloraron este sábado en el partido de extrema derecha alemán, especialmente sobre la estrategia a seguir frente al movimiento antimáscaras, en el primer día de un congreso con varios cientos de delegados reunidos en plena pandemia.

La mayoría de los 600 participantes mantuvieron las consignas sanitarias --respeto de distancia y uso de mascarilla--, condición para organizar el congreso en Kalkar, en Renania del Norte-Westfali.

El encuentro, que durará hasta el domingo, se celebra en una antigua central nuclear que nunca entró en funcionamiento y que se ha convertido en un parque de ocio y complejo hotelero.

El copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), Tino Chrupalla, denunció desde el principio la "política de estado de emergencia" del gobierno de Angela Merkel contra el coronavirus.

"Se están destrozando vidas, ya está en marcha una ola de bancarrotas (...) Muchas personas están perdiendo sus empleos", dijo.

Unas 500 personas se manifestaban pacíficamente contra el congreso, tras un llamamiento del colectivo "Levántate contra el racismo" formado por oenegés, partidos y sindicatos.

- "No es inteligente" -

El otro presidente de la formación, Jörg Meuthen, considerado moderado, criticó en su intervención que miembros del partido se hayan mostrado próximos a los detractores de las medidas anti-covid. Y también reprochó el lenguaje cada vez más radical contra el gobierno.

"No es inteligente hablar de dictadura. No estamos en una dictadura, si no, no podríamos organizar este congreso", dijo, en alusión a unas declaraciones del presidente de honor de AfD, Alexander Gauland.

Gauland acusó recientemente al ejecutivo de utilizar "propaganda de guerra" para imponer su "dictadura coronavirus".

El AfD "nunca ha estado tan en peligro" y recurrir a una retórica "agresiva y grosera" sólo hará que los electores se alejen del partido, afirmó Meuthen, entre aplausos y abucheos de los asistentes.

Al margen del congreso, Gauland respondió a estas críticas acusándolo de querer fomentar una "escisión" en el partido.

Creado hace siete años, el AfD construyó su éxito en base a los temores de los alemanes sobre los cientos de miles de migrantes que llegaron a Alemania a partir de 2015.

Pero, a un año de las elecciones legislativas, el primer partido de la oposición alemana está más debilitado que nunca por sus divisiones internas.

Según un sondeo del Instituto Forsa publicado el sábado, sólo obtendría el 7% de intenciones de voto, su peor resultado desde julio de 2017 y lejos del 15% que tuvo en el momento más álgido de la crisis migratoria.

La organización del congreso de AfD ha suscitado muchas críticas, sobre todo cuando Alemania acaba de decidir reducir drásticamente las reuniones sociales ante la propagación de la pandemia.

El partido conservador de Angela Merkel, que debe elegir un nuevo líder y potencial candidato a la cancillería, ha decidido no celebrar su propio congreso, previsto a principios de diciembre, por la crisis sanitaria.

Y el partido ecologista celebró su propia videoconferencia el fin de semana pasado.

Alemania superó el viernes el millón de casos de coronavirus desde el inicio de la pandemia, con casi 16.000 muertes, según datos del Instituto Robert Koch de vigilancia sanitaria.

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