En Bagdad, vientos de esperanza para los amantes de la vela

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Entre las olas, Mariam Khaled lucha contra el viento para mantener el rumbo de su velero. Partiendo desde la costa, pone rumbo a Adhamiya... ¡en pleno corazón de Bagdad!

En el Tigris, uno de los ríos de la Antigua Mesopotamia, los deportes náuticos son una pequeña revolución. En la última década, hubo amantes del remo que participaron en Juegos Olímpicos, pero los veleros, las motos de agua o las tablas de windsurf no son una especialidad en un país que en los últimos años ha perdido el 50% de sus recursos acuáticos por la construcción de presas por parte de turcos e iraníes.

Al amanecer, lejos del aullido de las bocinas y del ronquido de los miles de generadores que sustituyen a la electricidad pública en la capital de 10 millones de habitantes, Mariam, de 16 años y antigua campeona júnior de natación, ha encontrado su remanso de paz... o casi.

Una vez atravesadas las olas, algo raro en un Tigris que a veces en verano se puede atravesar a pie, y después de enderezar la vela tras un intenso esfuerzo y escuchar los consejos de su entrenador, esta joven iraquí, de cabello corto, camiseta y pantalón corto, puede al fin disfrutar de su pasión.

- Antigua zona en guerra -

"Es un deporte difícil, que exige esfuerzos pero también mucha paciencia y perseverancia", explica a la AFP soportando ráfagas de viento que extrañamente alcanzan los 15 nudos, probablemente por el 'efecto pasillo' que provocan los inmuebles que hay alrededor.

"Quiero demostrar a todos que los iraquíes podemos conseguir cualquier cosa", dice esta chica que se aficionó al deporte cuando era una niña.

Su padre, Walid Khaled, fue uno de los grandes defensores de la selección nacional de fútbol.

Su vida aún no ha cambiado, pero la de su barrio de Adhamiya, donde entrena, sí.

Antiguo bastión de la rebelión sunita rodeada por barrios chiítas, Adhamiya fue hasta el final de la guerra civil en 2008 uno de los lugares más peligrosos de Bagdad.

Entre calles donde sólo circulaban milicianos armados, decenas de cadáveres fueron lanzados al Tigris. Allá, en 2003, poco antes de la entrada de los carros estadounidenses, fue donde Sadam Husein realizó su última aparición pública.

Lejos parece quedar la época de la violencia confesional y de los sangrientos ajustes de cuentas. La vida normal ha vuelto, así como han regresado al río los nadadores y las familias que se pasean por la orilla.

"Es una alegría ver que los bagdadíes se reencuentran ahora todos los días para ver a los nadadores y a los navegantes competir", se felicita Ghazi al-Chaye, periodista deportivo.

Barcos a motor pasan con regularidad. Navegan entre Adhamiya y Kazimiya, bastión chiíta del otro lado del río, barrios que antes se libraban a una guerra sin piedad.

Adhamiya "es ahora un lugar de placer y relajación", repite Chaye, cuando casi nadie hubiese podido pensarlo hace apenas seis años, cuando el barrio era golpeado cada mes con atentados sangrientos.

Hace tres años, el grupo Estado Islámico (EI), último reducto de los yihadistas, fue derrotado y poco a poco Bagdad sueña con volver a ser la capital de la cultura y de la diversión del mundo árabe como lo fue durante siglos.

- Deporte muy caro -

En Adhamiya, los practicantes de la vela y el surf han creado afición, asegura a la AFP Ahmed Mazloum, un sexagenario que hace poco más de un año fundó junto con otros amantes de estas disciplinas la Federación Iraquí de Deportes Náuticos, que cuenta actualmente con un centenar de afiliados, de entre ellos ocho mujeres, adolescentes en su gran mayoría.

Pero los deportes náuticos son caros, recuerda el número dos de la Federación: "Un velero cuesta 10.000 dólares, por lo que los hemos tenido que construir en el taller que hemos creado con otros miembros del club". Cuentan en este momento con 10 embarcaciones, cinco de ellas hechas en ese lugar por "600 dólares" cada una, dice.

Otros equipamientos, "los compramos en el extranjero, a veces incluso en el transcurso de viajes privados", añade.

Anmar Salman ha ganado varias medallas en remo en campeonatos árabes. Actualmente, este iraquí de barba recortada es el entrenador oficial del equipo nacional de vela.

"Las instancias deportivas no se interesan en la vela, sólo el comité olímpico nos ha apoyado, pero con medios limitados", lamenta.

Y aunque estos deportistas son marineros de agua dulce en un país que cuenta con apenas unas decenas de kilómetros de costa, ya se preparan a su primera misión: el año próximo, en Abu Dabi, para los clasificatorios para los Juegos Olímpicos de Tokio.

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