En las minas de cromo de Albania, todos temen por su futuro

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"Cuando China y Estados Unidos tienen un problema, los mineros de Bulqize tienen un problema aún mayor", dice Henri Kurti. En Albania, donde decenas de túneles de cromo cerraron, la pandemia amenaza con acabar una industria minera ya víctima del estancamiento económico mundial.

En el puerto de Durres, en las costas del Adriático, Kurti, jefe de logística y del cromo en el operador portuario EMS filial del grupo alemán EMS-FEHN, contempla las montañas de mineral que se acumulan bajo un intenso cielo azul de otoño a la espera urgente de encontrar comprador.

El sector albanés del cromo depende totalmente de las exportaciones, a tal punto que el destino de los hombres y las mujeres que viven de él está determinado por las fluctuaciones de los mercados y las cotizaciones mundiales.

Es el caso de los 40.000 habitantes de la región minera de Bulqizu, una de las más pobres del pequeño país de los Balcanes, donde los mineros son cada vez menos en el fondo de los sombríos túneles donde empujar carretillas para ganarse el pan.

"De 2.660 mineros que trabajan en la región, más de 750 están ya en desempleo técnico y pueden perder definitivamente el trabajo por la crisis que afecta a la industria del cromo en Bulqize y en el resto del mundo", dice a la AFP Zhuljeta Deda, responsable de la municipalidad.

Solo resisten unas veinte empresas de un total de 130 registradas, ya que las cotizaciones del mineral de cromo se desplomaron a 150 dólares la tonelada frente a más de 400 dólares en los mejores años, un precio que no cubre los gastos de producción.

El alcalde Lefter Alla teme un hundimiento total y las "consecuencias para el nivel de vida de los habitantes, cuya única posibilidad de ingresos son las minas".

- "No nos quedará nada" -

Florent Veseli, de 33 años, es uno de los que siguen trabajando en la montaña de Duriç, en una galería fría donde las lámparas frontales iluminan con dificultad a través de la polvareda que circula en la opresora oscuridad.

"Los últimos meses fueron muy difíciles con la pandemia y el miedo de perder nuestro trabajo", dice. "Si la mina cierra, no nos quedará nada, no podremos alimentar a nuestras familias".

La labor de los obreros que ganan entre 20 y 50 euros diarios (entre 23 y 58 dólares) es muy dura. Los mineros no llevan máscaras ni gafas de protección, y decenas de accidentes se produjeron en los últimos diez años, según la prensa albanesa.

A fines de octubre, una explosión de gas mató a tres mineros, entre ellos un padre de familia que había perdido recientemente a su hermano, también muerto por una explosión de gas, sepultado por el mineral.

"El trabajo es peligroso, muy peligroso", confirma Manushaqe Dani, de 48 años, que separa los desperdicios del cromo. Cada vez que su marido y su hijo se hunden en la profundidad de los túneles, reza para que salgan sanos y salvos.

Pero más que del peligro, los obreros tienen miedo del desempleo. "Bulqize vive de las minas, sin las minas Bulqize se acabó", dice Andon Murrja. A los 53 años, ha pasado toda su vida en los túneles que son para él su "segunda casa".

Según los especialistas, el cromo es víctima desde hace dos años del retroceso del apetito chino por ese metal que forma parte de la composición del acero inoxidable y de aceros especiales utilizados en la industria agroalimentaria, los hospitales o la aeronáutica. Paralelamente, la guerra comercial entre Estados Unidos y China causó inestabilidad en el mercado.

- "Sueños en otra parte" -

Pero el covid-19 "dio el tiro de gracia" pues "muchas industrias del final de la cadena trabajan en cámara lenta", explica a la AFP Sheraz Neffati, directora ejecutiva de la Asociación Internacional para el Desarrollo del Cromo.

Según las aduanas albanesas, en 2016 se exportaron 590.000 toneladas de mineral de cromo. Pero desde 2018, los envíos se hundieron a 330.000 toneladas, y a 200.000 este año.

En Durres, Henri Kurti confirma a la AFP que "la situación es peor este año", mientras observa las otras 200.000 toneladas del mineral almacenadas en los muelles del puerto.

En la localidad central de Elbasan, la fábrica de ferrocromo AlbChrome, aleación exportada entre otros lugares a Estados Unidos y Europa, experimenta una caída de la actividad, con ventas en caída libre. Solo funciona un horno de dos.

Luan Saliaj, director ejecutivo, deplora la "confusión y la incertidumbre" provocadas por la pandemia. Pese a un reciente incremento de la actividad china, "lo más duro es la falta de visibilidad", dice a la AFP. "Nadie puede decir como vamos a salir de esta crisis, eso da miedo a las empresas y a los asalariados".

Sin embargo, entre las nuevas generaciones, algunos dieron la espalda a la mina y sueñan con partir a engrosar la numerosa diáspora albanesa en el extranjero.

"Un joven no quiere de ninguna manera trabajar en las minas de cromo en Bulqize", dice Griseida Derti, estudiante en economía, a la AFP.

"Nadie quiere quedarse a trabajar aquí. Nuestros sueños están otra parte".

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