Los proabortistas acusan a la Iglesia polaca de alianza con el poder conservador

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La Iglesia polaca, acusada de afinidad con el poder ultraconservador, es uno de los principales objetivos de la masiva revuelta contra una prohibición casi total del aborto en Polonia, en este país considerado como un bastión del catolicismo en Europa.

Decenas de miles de polacos y polacas, desafiando la pandemia y las restricciones en vigor en el país, se manifiestan desde hace ocho días contra la decisión del Tribunal Constitucional de prohibir el aborto en caso de malformación grave o irreversible de feto.

En varios lugares religiosos han aparecido inscripciones acusando a la Iglesia de promover el "infierno de las mujeres". Algunos manifestantes han exhibido pancartas y lanzado llamados totalmente anticlericales.

En varias misas dominicales han irrumpido activistas en el interior de las iglesias, hecho sin precedentes en la historia moderna del país, según imágenes divulgadas en las redes sociales y la prensa.

A su vez, estos ataques han provocado una firme reacción del poder, y movilizado a grupos de extrema derecha que se autoproclaman "defensores de la fe", y que ya han protagonizado algunas escaramuzas con los manifestantes.

El presidente conservador, Andrzej Duda, ha vituperado "el insulto contra los sentimientos religiosos y la profanación de lugares de culto", mientras que el jefe del partido ultracatólico nacionalista en el poder, Derecho y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski, denunció "tentativas de destruir" el país "tal como lo conocemos" y llamó a sus partidarios a "defender las iglesias".

- Institución política -

La Iglesia "ya no es considerada como una institución religiosa sino como un órgano de influencia política", declara a la AFP Adam Szostkiewicz, observador y analista de la vida eclesiástica.

Según él, esta revuelta es el colofón de una serie de escándalos implicando a la Iglesia, entre ellos la pedofilia, el combate contra la "ideología LGTB", o la carrera por obtener beneficios materiales o políticos.

El episcopado polaco acogió "con satisfacción" la decisión del tribunal, que limitó el derecho al aborto sólo cuando hay peligro de muerte para la mujer embarazada o se trata de un embarazo resultante de una violación o de un incesto.

El portavoz del episcopado, el padre Leszek Gesiak, intentó apaciguar los ánimos al declarar a la prensa que "no es la Iglesia la que desencadenó esta guerra", que "no hemos querido".

No obstante, los jóvenes polacos, nacidos tras la caída del comunismo en 1989, han conocido la democracia liberal y laica y "están mucho más secularizados que la generación de sus padres o abuelos, e impregnados más de la cultura europea o norteamericana que de la polaca", dice a la AFP Mikolaj Czesnik, director del Instituto de Ciencias Sociales en Varsovia.

Ya no es una "generación JPII" sino una generación ".JPG", constata el diario de izquierda Krytyka polityczna, en alusión al culto al papa polaco Juan Pablo II, que ha dado paso al del formato de codificación de datos en la actual época digital.

A esos jóvenes les cuesta aceptar la alianza entre el poder terrenal y el espiritual, cuando la Constitución habla de su "autonomía" y "cooperación".

Según un sondeo reciente, el 66% de los polacos desaprueba la decisión del Tribunal Constitucional, mientras que el 69% desea un referéndum sobre el derecho al aborto.

Obstinarse a "permanecer en la línea de Kaczynski, podría suponer el fin definitivo de la autoridad de la Iglesia", considera Szostkiewicz.

En Polonia, cuya ley antiaborto era ya una de las más restrictivas de Europa, se realizan menos de 2.000 abortos legales al año, la gran mayoría hasta ahora debido a malformaciones del feto. Pero los grupos feministas estiman que se practican más de 200.000 intervenciones ilegales, o en el extranjero, cada año.

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