En Mánchester, el coronavirus pone a prueba al nuevo electorado de Johnson

Compartir
Compartir articulo

"Prefiero morir antes que no ver a mis hijos", dice Barry mientras toma una última cerveza en un pub de Mánchester antes de la entrada en vigor de las nuevas restricciones contra el coronavirus, que amenazan el reciente apoyo al gobierno conservador británico.

En este histórico bastión laborista, arrebatado por primera vez por los conservadores en las últimas elecciones, el apoyo al gobierno de Boris Johnson está disminuyendo, entre cansancio y confusión por las reglas para combatir la propagación del covid-19.

A partir del viernes, los pubs de la ciudad y su área metropolitana solo pueden servir alcohol a los clientes que vayan a comer. Cierran casinos, bingos y polideportivos y se prohíben los encuentros entre miembros de diferentes hogares.

"Estoy absolutamente harto de esto", se exclama Barry, un jubilado habitual del pub Thomas Burke, en Leigh, a unos 15 km al este de Mánchester.

"Le dije a mi hija esta mañana que venga la semana que viene" a pesar de la prohibición. "Todos hacen lo mismo", afirma.

Según su amigo Christian Best, la confusa comunicación de las reglas contra el coronavirus podría llevar a la gente a ignorarlas.

"No creo que vaya a suponer una gran diferencia, no creo que la gente vaya a seguir las reglas", dice este hombre de 36 años que dirige una empresa de diseño de páginas web.

"Nadie las conoce", coincide Vinny Sutton, conductor de tren de 59 años.

- "Juego sucio" -

El gobierno de Johnson impuso las restricciones desde Londres tras no lograr un acuerdo con el alcalde laborista Andy Burnham tras más de diez días de luchas y negociaciones sobre el apoyo financiero a las empresas locales.

El primer ministro "no se preocupa por nadie", afirma Christine McAllastar, de 59 años, entre decoraciones de Halloween en la tienda de productos para fiestas donde trabaja.

"Simplemente no entiendo a los obreros que votan por los conservadores", dice este laborista que querría ver a Burnham como primer ministro y acusa a Johnson de ampliar la tradicional brecha entre el norte y el sur del país "castigando" ahora a Mánchester.

En opinión de la concejal Anita Thorpe, el gobierno "jugó sucio" con el alcalde durante las discusiones sobre el apoyo financiero, porque no querían ver "a Andy salir ganador".

Pero para Tammy Perry, de 45 años, que trabaja en un hospital, el ejecutivo "hace todo lo que puede ante algo totalmente desconocido".

En el salón de bingo, su amiga Joanne Else se lamenta de que el bingo tenga que cerrar, pero se siente reconfortada por la importancia de su trabajo en una residencia para ancianos.

Los residentes "no pueden ver a sus familias y me doy cuenta de que el tiempo es precioso", explica esta mujer de 45 años que contrajo el virus en marzo.

"No sabemos cuánto tiempo más estarán vivos. Si enferman y mueren, no volverán a ver a sus familias", lamenta.

- "Todos están enfadados" -

En el bingo, otros jugadores denuncian unas reglas que consideran contradictorias: en Liverpool, otra ciudad del norte de Inglaterra en nivel de alerta "muy alto" contra el coronavirus, se permite permanecer abiertos a algunos establecimientos que en Mánchester deben cerrar.

"Si los pubs que sirven comidas pueden seguir abriendo, no veo el interés" de cerrar otros locales, dice Mary Hilton de 76 años. El bingo "es lo único que hacemos, mi marido y yo, no bebemos, no fumamos", explica.

En su opinión, la gente está "absolutamente" perdiendo la confianza en el primer ministro conservador. "No me gustaría estar en su lugar", afirma.

Michele Holden, un veterano seguidor del Partido Laborista, añade: "Fumo y juego un poco al bingo, la gente viene aquí a relajarse, y privan a todo el mundo". "Todos están enfadados, no tengo palabras", se indigna.

Pero Louise Harvey, conductora de la ambulancia de 47 años, llama a respetar las reglas, explicando que "los hospitales se están llenando" más que en la primera ola de la pandemia. "Para quienes trabajamos en primera línea, todo cuenta".

jwp/acc/pc