Embarazos no deseados en Sudáfrica por culpa del nuevo coronavirus

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Jessica* llevaba dos meses sin la regla cuando acudió tímidamente a una clínica para abortar a principios de julio, en pleno pico de la epidemia de coronavirus en Sudáfrica. "Estamos llenos", le contesta una enfermera. "Vete a ver al hospital".

Dos meses más tarde, la estudiante sudafricana de 19 años logró, gracias a la insistencia de una asociación, una cita para una operación. Llegaba demasiado tarde para un aborto con medicamentos.

"Fue agotador. La peor experiencia de mi vida", declaró a la AFP. Diez días más y habría superado el plazo tope, fijado en 20 semanas en el país.

La pandemia ha agravado las dificultades de las sudafricanas para acceder al aborto, pero también a los anticonceptivos, afirman el personal sanitario y las asociaciones.

Los desplazamientos limitados, los hospitales sobrecargados y el suministro deficiente de medicamentos han contribuido a embarazos no deseados.

"Hemos visto llegar a más y más mujeres que decían: fui a tal hospital, no pudieron ayudarme", cuenta Whitney Chinogwenya, portavoz de la oenegé Marie Stopes.

Desde el confinamiento a finales de marzo, el acceso a la planificación familiar se redujo drásticamente, sobre todo en las zonas rurales donde ya era poco accesible.

"Lo paramos todo", reconoce un médico del hospital de Peddie (sureste), porque áreas enteras se destinaron a tratar el coronavirus. Envían a las mujeres que solicitan abortos a ciudades situadas a 60 o 120 km, una distancia difícil de recorrer de forma discreta.

- Desánimo -

"Ya hace falta mucha valentía para venir aquí a pedir un aborto", precisa este médico que pide mantener el anonimato por las opiniones peyorativas al respecto. "Cuando les respondamos 'No podemos hacer nada por ti', imagínate el desaliento".

A cientos de kilómetros al norte, en la provincia de Kwazulu-Natal, una enfermera describe otra realidad preocupante: los dos primeros meses de confinamiento, muchas mujeres no acudieron a renovar sus inyecciones anticonceptivas, el método gratuito más común en el país.

Influyó el "miedo a contagiarse del coronavirus", estima esta enfermera, pero también el no poder hacerlo de forma discreta.

"Las mujeres, al salir de casa, corrían el riesgo de que les preguntaran para qué y todavía hay muchas ideas falsas sobre la anticoncepción. Muchas recurren a ella en secreto, sin informar a su pareja o familiares".

A finales de mayo también notó un "aumento repentino" del número de mujeres que pedían un aborto, en el peor momento para acceder a él.

En este contexto, muchas de estas mujeres, muy angustiadas, contactaron con asociaciones y estructuras caritativas.

"Llegan aquí al final", explica Kholofelo Mphahlele, abogado de la asociación Section27. "Intentaron encontrar una solución por sí mismas y no lo consiguieron".

Una plataforma de información, Safe2choose, afirma que el número de mujeres que llegan con más de 12 semanas de embarazo se ha duplicado durante el confinamiento. Y en esa fase, el aborto con medicamentos ya no es una opción.

- Un secreto -

En la región de Johannesburgo, son jóvenes, en su mayoría de entre 17 y 22 años, recalca Kholofelo Mphahlele.

"Toman anticonceptivos y sus padres no están al corriente". Cuando la clínica local estaba cerrada (lo que sucedía con frecuencia durante el confinamiento, porque estaba en huelga o infectada con el covid) la mayoría no se atrevía a pedir dinero para comprar anticonceptivos en el sector privado.

"Nueve de cada diez llamadas son de jóvenes que necesitan ayuda rápidamente, antes de que sus padres se enteren", resume.

Silindokuhle*, una estudiante de Johannesburgo embarazada de cuatro meses, pasó el confinamiento con su familia en Kwazulu-Natal. Imposible encontrar la píldora del día después en este entorno rural y conservador, y sin la ayuda de compañeras de la universidad que podrían haberle prestado dinero.

A su regreso en junio, el campus seguía cerrado. La joven de 20 años no tuvo otra opción más que vivir con sus padres. El hospital la envió a una clínica. "Había una fila de espera. Si esperaba, no podía volver a casa a una hora razonable".

Renunció al aborto cuando escuchó los latidos del corazón del feto en la ecografía. "Si hubiera llegado antes, lo habría hecho", dice, con voz quebrada.

sch/ger/thm/sba/erl/pc