Cerca de 300 refugiados rohinyás desembarcan en Indonesia

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Cerca de 300 refugiados rohinyás desembarcaron en las costas indonesias el lunes por la mañana, tras meses de errancia en alta mar, una de las llegadas más numerosas al archipiélago en varios años de miembros de esta minoría musulmana perseguida en Birmania

Estos refugiados salieron de Bangladés en febrero y pasaron siete meses en el mar, según testimonios recogidos por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que estima que "unos 30 murieron durante el viaje".

Los migrantes, entre ellos más de una decena de niños, fueron avistados por habitantes, que los ayudaron a desembarcar en la costa norte de la isla de Sumatra, cerca de la localidad de Lhokseumawe, según Munir Cut Ali, jefe del pueblo de Ujong Blang.

"Vimos un barco llegar hacia la costa en Ujong Blang y los ayudamos a desembarcar de forma segura", dijo el funcionario a la AFP.

El grupo está integrado por 102 hombres, 181 mujeres y 14 niños. Un hombre, enfermo, fue llevado a un hospital

Los refugiados serán sometidos a test para ver si son portadores del coronavirus, agregó el responsable. "Luego el gobierno local buscará un lugar adecuado para alojarlos", dijo.

Este desembarco es la llegada más importante de un grupo de rohinyás a Indonesia desde 2015, según fuentes locales.

Chris Lewa, directora de Arakan Project --una oenegé dedicada a los rohinyás-- destaca que los migrantes fueron probablemente retenidos en el mar mientras los traficantes intentaban sacar el máximo dinero a sus familiares, en tierra.

Cerca de un millón de rohinyás viven en condiciones precarias en campamentos de refugiados de Bangladés, donde los traficantes de migrantes buscan candidatos para viajar.

Indonesia y Malasia, dos países de mayoría musulmana, son los destinos más buscados por los rohinyás, que huyen de las persecuciones y la violencia en Birmania, país de mayoría budista.

Tanto ACNUR como Amnistía internacional han denunciado la inacción de los gobiernos de la región que obliga a los refugiados a andar de costa en costa, sin poder desembarcar.

"Con su inacción los dirigentes de la región han transformado estas aguas en una tumba", aseguraron.

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