Musulmanes e hindúes, los grandes olvidados de las elecciones en Birmania

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Centenares de miles de musulmanes e hindúes, que no disponen de los documentos de identidad birmanos, no podrán votar en las elecciones del 8 de noviembre en Birmania, en las que el partido de Aung San Suu Kyi parte como favorito.

May Thandar Maung era menor de edad en 2015 cuando se celebraron las primeras elecciones tras el final de la junta militar, que dirigió este país de manera autoritaria durante medio siglo.

Tras haber cumplido los 18 años, esta joven musulmana, que vive en Meiktil (centro), desearía participar en los próximos comicios pero no podrá hacerlo.

"A causa de mi afiliación religiosa, no pude obtener el documento de identidad", lamenta en declaraciones a la AFP, en las que explica los complejos trámites y critica la mala voluntad de las autoridades.

May Thandar Maung está inscrita en las listas electorales, pero no podrá votar al no disponer de la documentación necesaria. "Deberé dejar pasar mi turno", afirma resignada.

En Birmania, donde la mayoría de la población es budista, centenares de miles de musulmanes (4% de la población) e hindúes (0,5%) se ven privados de los documentos de identidad.

Entre estas minorías marginadas están los 750.000 rohinyás que huyeron a Bangladés por la persecución del ejército birmano. Ahora no podrán participar en los comicios.

Una situación de exclusión parecida sufren los 600.000 rohinyás que se quedaron en Birmania, donde viven privados del acceso a los servicios de salud y educación.

Según Amnistía Internacional, esta minoría musulmana vive "bajo un régimen de apartheid" en que todos los rohinyás son considerados extranjeros y calificados con la etiqueta muy peyorativa de "bengalí".

- Corrupción y discriminación -

Además de los rohinyás, también sufren la islamofobia de las autoridades el resto de musulmanes del país.

"Esta se encuentra presente por todos lados. En la escuela, puestos de trabajo, acceso a la función pública... En todos sitios hay discriminaciones", asegura el politólogo David Mathieson, que reside en la antigua capital Rangún.

Tres miembros de la familia de Maung Cho, otro musulmán de Meiktila, tuvieron que pagar casi 1.000 euros para conseguir sus papeles de manera corrupta, una opción que no se pueden permitir la mayoría de los habitantes de un país en que una cuarta parte de su población vive por debajo del umbral de la pobreza, con menos de un euro al día.

Además, los rasgos étnicos y la afiliación religiosa están marcados en los documentos de identidad, lo que favorece la discriminación.

Maung Cho, cuya familia vive en Birmania desde hace varias generaciones, es considerado un "indo-musulmán" según su documentación. "Sin duda, a causa de mi barba", bromea.

Por ello, debe hacer una fila distinta en varias oficinas administrativas y los controles de identidad le requieren mucho más tiempo.

Unos 250.000 hindúes de Birmania se confrontan a las mismas dificultades.

Es el caso de Tun Min, de 28 años, quien necesitó diez años para lograr su documentación.

"Trabajé como taxista durante ocho años, pero solo de noche porque sin DNI no podía obtener la licencia", recuerda.

La mayoría de los miembros de estas minorías tenían grandes esperanzas puestas con la llegada al poder de la Liga Nacional para la Democracia, el partido de la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi.

Cinco años más tarde, muchos de ellos no disimulan su decepción y aseguran que no irán a votar.

La comunidad musulmana está "decepcionada y deprimida", reconoce Maung Cho, quien considera que el racismo es peor ahora que durante la dictadura militar.

En cambio, las autoridades defienden que algunos avances se han producido desde 2015.

La gente "debería ser más optimista. Solo hace cinco años que (Aung San Suu Kyi) está en el poder", declara Sithu Maung, un exprisionero político y el único candidato musulmán del LND, de un total de 1.143 candidatos.

smm-rs/del/sde/dga/eb/af