Temor por repunte de coronavirus en campos de refugiados en Cisjordania

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El fuerte incremento de casos de coronavirus en la Cisjordania ocupada hace aumentar el temor a una explosión de la enfermedad en los campos de refugiados palestinos, pequeños y con un hacinamiento que no permite respetar la distancia entre las personas.

Al comienzo de la pandemia, en marzo, la Autoridad Palestina impuso el confinamiento para luchar contra la propagación del virus en este territorio ocupado por Israel desde 1967.

Pero, según avanzaba el desconfinamiento, desde finales de mayo, el número de casos comenzó a aumentar.

Unas cifras atribuidas al incumplimiento de las restricciones de las reuniones y al trajín de trabajadores entre Cisjordania e Israel, que también registró nuevos récords de contagio en las últimas semanas.

Desde la aparición de covid-19 en Cisjordania, en marzo, el ministerio de Salud registró más de 10.860 casos y más de 75 muertes.

Solo en julio se registraron más de 8.500 casos y 70 muertes, frente a los 2.350 contagios y cinco decesos entre marzo y julio.

Con el agravamiento de la crisis sanitaria, aumenta la preocupación en los 19 campos que hay en Cisjordania, que albergan a unos 190.000 refugiados, asistidos por la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), que da atención médica y administra las escuelas.

En el campo de Al Amari, cerca de Ramala (norte), viven unas 8.000 personas en menos de 1 km2.

"No hay espacio para imponer el distanciamiento, ni lugares apropiados para realizar cuarentenas", dice Taha Al Bess, jefe de un comité popular que actúa como organismo municipal.

- "Una quimera" -

En la entrada de Al Amari, el camino tiene unos seis metros de ancho y luego se va estrechando. Las callejuelas laterales no tienen más de tres metros.

"Las calles son estrechas, las viviendas están muy cerca unas de otras, hablar de distanciamiento es una quimera, un sueño imposible", señala Taha Al Bess.

Hasta ahora se han registrado pocos casos de covid-19 y ninguna muerte en Al Amari, pero el comité observa con preocupación lo que ocurre en otros campos.

En el de Jalazun, también cercano a Ramala, se han constatado más de 200 contagios en las últimas semanas, y dos muertes, entre también unos 8.000 refugiados. El balance es similar en el campo de Al Fawar, cerca de Hebrón (sur).

"Es imposible establecer el distanciamiento y evitar contactos entre contagiados y otros residentes", explica Nael Najlé, miembro de un comité de urgencia instalado en Jalazun para tratar la crisis sanitaria.

Esto ha dado lugar a un debate sobre si es la Autoridad Palestina o la UNRWA la que debe gestionar la crisis.

Según la ONU tienen el estatuto de refugiados los más de 700.000 palestinos que fueron expulsados o tuvieron que huir de sus tierras entre abril y agosto de 1948, cuando se creó el Estado de Israel, al igual que sus descendientes.

Actualmente viven en campos muy precarios en Líbano, Siria, Jordania, Gaza y Cisjordania, y reciben ayuda de la UNRWA.

- "El martillo y el yunque" -

Para Ahmed Hanun, encargado del archivo de refugiados en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), la UNRWA debe asegurar la gestión sanitaria.

Pero, "buscamos trabajar con ellos", señaló a la AFP, añadiendo que está "seriamente preocupado" por esta situación.

En la UNRWA también hay preocupación porque la pandemia llega en un contexto delicado para la agencia de la ONU.

"La situación en los campos es muy inquietante, sobre todo teniendo en cuenta las dificultades financieras de la agencia", indica Kazem Abu Jalaf, portavoz de la UNRWA en Cisjordania.

En 2018, Estados Unidos, por entonces el principal donante de la agencia, cortó su asistencia financiera anual de 300 millones de dólares.

En Al Amari, los habitantes decidieron tomar sus propias medidas y en la entrada del campo toman la temperatura a cada persona que llega.

La "UNRWA dice que no tiene medios, la Autoridad Palestina dice que tampoco, estamos entre el martillo y el yunque", dice Taha Al Bess.

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