Sin dinero ni presidente, el Schalke tiene graves problemas

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Temporada de pesadilla para el Schalke 04. El club de Gelsenkirchen, uno de los pesos pesados del fútbol alemán, acumula los problemas esta temporada, a los que se unió la marcha de su riquísimo presidente, lo que conduce a la entidad al borde del precipicio.

"El Schalke está en una encrucijada. La situación actual no puede continuar", admitió Alexander Jobst, miembro del consejo de administración de la entidad.

"Sabemos que hemos asustado a nuestros hinchas y jugado con su confianza", reconoció antes de presentar sus excusas por "los errores que hemos cometido y que no deberían reproducirse en el futuro".

Debilitado por la pandemia del COVID-19 y ahora por la marcha de un presidente multimillonario pero abonado a las polémicas, el club va a tener que realizar "importantes ahorros", lo que conllevará revisar sus "objetivos deportivos", insistió Jobst.

Estas declaraciones hacen presagiar un futuro sombrío para un club que jugó competiciones europeas en ocho de las diez últimas temporadas.

- Declive -

El Schalke 04 se encuentra en una situación económica deplorable. Incluso antes de que el nuevo coronavirus vaciara los estadios de Europa, el club tenía 197 millones de euros (221,6 millones de dolares) de deudas.

La reanudación de la Bundesliga a puerta cerrada le permitió salvar los ingresos procedentes de los derechos televisivos, pero la entidad dejó de ganar al menos ocho millones de euros (9 millones de dólares) de venta de entradas en los cuatro partidos disputados en su estadio, sin público.

Pero, sobre todo, el club sufre un declive deportivo desde hace unos años que también le priva de los suculentos ingresos de las competiciones europeas.

Esta temporada, el Schalke tuvo durante un tiempo la esperanza de jugar en Europa la próxima temporada, después de un buen inicio de temporada... pero el equipo acabó el curso con una mala racha de 16 partidos sin victoria, que le hicieron caer a la 12ª posición.

Fuera de la cancha, el panorama tampoco es mucho más reluciente.

El martes, el presidente Clemens Tönnies dimitió tras 19 años al frente del club, por la presión de los hinchas, furiosos con su gestión.

La semana anterior, había sido el director financiero el que había abandonado la entidad.

Clemens Tönnies, multimillonario de 64 años que construyó su fortuna en la industria cárnica, ya había tenido que dejar su puesto durante tres meses al comienzo de la temporada tras unas declaraciones que fueron interpretadas como racistas.

Justo antes de su dimisión, fue el centro de todas las críticas en Alemania por uno de sus mataderos, en el que cientos de sus empleados contrajeron el COVID-19, obligando a volver a confinar a toda una región.

"Estos últimos meses, el Schalke ha dado una imagen deplorable", lamentó Alexander Jobst.

Ante la falta de ingresos, el entrenador del primer equipo, David Wagner, se prepara ya para tratar de "construir un gran equipo con un presupuesto pequeño".

Dos de los mejores jugadores del club ya lo han abandonado: el arquero Alexander Nübel se ha marchado al Bayern Múnich gratuitamente y la entidad tampoco ha podido retener al lateral derecho Jonjoe Kenny, cedido por el Everton y que ha regresado a Inglaterra.

"No podemos apostar nada por nuestro futuro", lanzó, con tono pesimista, el director deportivo Jochen Schneider.

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