La guerra, un drama compartido por tres generaciones de una familia surcoreana

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El abuelo luchó contra los norcoreanos, el hijo creció odiándolos y el nieto los observó durante su servicio militar. Tres generaciones de una familia surcoreana hablan de Corea del Norte setenta años después del estallido de la Guerra de Corea.

El conflicto que comenzó en junio de 1950 terminó tres años después con un armisticio, pero ningún tratado de paz ha puesto fin formalmente a la guerra.

Desde entonces, los ejércitos del Norte y del Sur todavía se miran a ambos lados de la Zona Desmilitarizada (DMZ), a veces descrita como la última frontera de la Guerra Fría.

- El abuelo -

Yang Tae-sung, de 89 años, recuerda con claridad el día de verano de la invasión.

Como soldado, regresaba de su licencia el 25 de junio de 1950 cuando fue llevado directamente, al descender del tren, a un campo de batalla al norte de Seúl.

Mal equipado, el Ejército del Sur no estaba listo para la guerra, dice.

Tenía alrededor de 103.000 soldados y ni un solo tanque. Con el apoyo de Moscú, las fuerzas del norte, el Ejército Popular de Corea (CPA), sumaba el doble de hombres y cientos de tanques, aviones de combate y buques de guerra.

A cargo de suministrar municiones a la línea del frente, Yang se sumió brutalmente en el horror de la guerra.

Su muslo izquierdo todavía lleva la cicatriz de una herida recibida durante el bombardeo de su unidad por un caza enemigo, un bombardeo que mató a un amigo cercano.

"Cuando recuperé el sentido, vi que la sangre fluía de su cuerpo", recuerda. "Esquirlas de obús me perforaron el estómago y salieron por detrás", narra.

Siete décadas después aún es atormentado por la visión de otro soldado cuya herida estaba infestada de gusanos.

Esperaba la reunificación pacífica de la península, pero bajo el liderazgo de Seúl, sin dejar de sospechar de Corea del Norte, que, según él, ha seguido violando los acuerdos intercoreanos.

Corea del Sur, cree, debe estar lista para la próxima invasión.

"La generación nacida después de la guerra no se da cuenta de lo violenta y devastadora que fue", afirma.

- El hijo -

Nacido seis años después del cese de hostilidades de 1953, Yang Kyung-mo, de 61 años, creció durante la Guerra Fría, cuando Pyongyang aún realizaba ataques esporádicos contra el sur.

"Desde temprana edad, me enseñaron que Corea del Norte era el mal absoluto", dice.

Tenía nueve años cuando, en 1968, Pyongyang envió un comando para asesinar al ex presidente surcoreano Park Chung-hee. El comando falló, aunque un tiroteo dejó decenas de muertos en ambos lados.

Seis años después, Corea del Norte fomentó otro intento de asesinato contra Park, que terminó con la muerte de su esposa.

Yang no olvida las manifestaciones periódicas en su escuela primaria contra Corea del Norte y el entrenamiento en el colegio con uniformes de las Fuerzas Armadas.

Si bien comprende el trauma sufrido durante toda su vida por los miembros de la generación de su padre, juzga "vanas" sus aspiraciones de reunificación: "No creo que el colapso del régimen norcoreano sea bueno", dice.

- El nieto -

Yang Hee-kon, de 30 años, nunca se interesó realmente en las historias de guerra de su abuelo. Y antes de hacer su servicio militar durante casi dos años, su conocimiento de la Guerra de Corea provenía principalmente de películas y series de televisión.

Pero en su servicio militar se encontró en la Zona Desmilitarizada (DMZ).

"Al estar en esa área donde nadie vive, finalmente pude sentir" la guerra, dice. "En la práctica, se estaba convirtiendo en algo real", agrega.

Cumplía con su servicio militar cuando Corea del Norte hundió un bote surcoreano y bombardeó una isla del Sur, dos incidentes que despertaron el miedo de una conflagración general.

"Fue como tener la guerra bajo nuestras narices", recuerda, pero "había un sentido del deber".

De vuelta en la vida civil, su interés en los asuntos intercoreanos se desvaneció.

"Antes era muy optimista. Pero ahora, creo que una reunificación incondicional podría ser mala desde un punto de vista económico", apunta.

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