La peculiar 'cinta nadadora' de un triatleta paralímpico irlandés

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Con unas cuerdas elásticas, el triatleta ciego Leo Hynes ha convertido una minúscula piscina casera, hecha con madera junto a su casa de Tuam (oeste de Irlanda), en una auténtica 'cinta nadadora' para entrenar, un lugar en el que puede nadar durante horas sin moverse del sitio.

Dentro de la piscina hay espacio para que permanezca estirado en posición horizontal y poco más. El efecto de su ingenioso sistema, una solución de emergencia durante el confinamiento por la pandemia del nuevo coronavirus, es similar al de una cinta de correr o el de una bicicleta estática, dos herramientas con las que también cuenta para prepararse.

Leo Hynes, de 48 años, se entrena para los Juegos Paralímpicos de Tokio, retrasados a 2021 por la pandemia. Lo hace sin perder la ilusión por esa competición.

"Cuando nado ahí dentro, la resistencia me empuja hacia atrás", explica a la AFP sobre el sistema que ha ideado, con esos elásticos que le permiten hacer esfuerzos para avanzar nadando pero que le retiene sin avanzar, dentro de ese recipiente de agua convertido insólitamente en piscina de entrenamiento.

"No voy a ninguna parte. Voy tan rápido como puedo, pero no avanzo", constata el atleta, que fue declarado ciego en 2015 por una degeneración macular.

Irlanda ha registrado más de 1.700 muertos por el nuevo coronavirus y está saliendo progresivamente del confinamiento, instaurado desde finales de marzo.

"Estos últimos meses, el miedo ha ejercido una especie de gravedad, que nos lleva hacia abajo, pero ahora vemos que hay esperanza para salir a flote", explica este triatleta.

El primer ministro del país, Leo Vardadkar, autorizó recientemente que reabrieran las infraestructuras de entrenamiento y permitió las actividades en el exterior.

Pero las medidas de distanciamiento físico afectan mucho al programa de entrenamiento de Leo Hynes. Las autoridades sanitarias irlandesas recomiendan guardar una distancia de seguridad de dos metros, lo que impide a este triatleta entrenarse como lo hubiera hecho habitualmente, atado a su guía.

- "Ninguna excusa" -

"Aunque tuviera que ir a nadar en aguas abiertas, no podría hacerlo porque normalmente estoy atado a un guía, los lazos son de un metro", explica en el jardín de su casa de Tuam, en la región de Galway. En lugar de eso está atado a unas cuerdas naranjas en esa piscina personal, del tamaño de un coche familiar.

"Tengo que seguir el entrenamiento para ser más rápido y mejorar, para ver si me puedo clasificar" a Tokio, explica.

Hynes ha representado ya a Irlanda internacionalmente, en la Copa del Mundo de paratriatlón, en Portugal en 2018. El pasado año consiguió una medalla de oro y una de bronce en el Mundial multideportivo de Pontevedra (Galicia, norte de España).

Actualmente se entrena entre 15 y 20 horas semanales. La cinta de correr y la bicicleta estática cubrían sus necesidades de entrenamiento de las pruebas terrestres, pero la natación le presentaba un gran problema con el confinamiento.

Para ello se recurrió a planchas de madera y una lona, que gracias a sus dos hermanos carpinteros se convirtió en una piscina en dos semanas.

"La natación es un deporte muy técnico, así que si no lo practicas pierdes las sensaciones del agua y vas para atrás, tu técnica empeora", explica.

"Aquí puedo estar en el agua y hacer mi sesión pese a que llueva, granice o haga sol", afirma.

La improvisada piscina "está a apenas dos o tres metros de mi puerta, no tengo ninguna excusa", sonríe.

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