Luchar contra las adversidades, no contra el enemigo, en la frontera entre India y China

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La muerte es un peligro real para los soldados indios desplegados en la frontera del Himalaya con China, pero hasta el mortífero enfrentamiento del 15 de junio, las únicas amenazas mortales desde 1975 eran la topografía y el clima.

"Tenemos más de 100 bajas cada año debido al terreno, las condiciones meteorológicas, las avalanchas... El peligro es constante", afirma el teniente general retirado Deependra Singh Hooda, que hasta 2016 estaba al frente del Comando Norte de India.

"Estamos hablando de 4.300-4.600 metros. Representa una carga tremenda a nivel mental y físico", explica Hooda, interrogado por la AFP tras el sangriento enfrentamiento el lunes entre militares indios y chinos en la disputada región fronteriza en el Himalaya, que  dejó decenas de soldados muertos.

En el choque, el primer incidente bilateral con fallecidos en más de cuatro décadas, hubo combates cuerpo a cuerpo, de gran violencia, con puñetazos y haciendo uso de piedras y barras de hierro.

En el frío desierto del valle del río Galwan, en la región de Ladakh donde tuvo lugar el incidente, las temperaturas invernales pueden caer por debajo de -30 ºC.

Hay pocas carreteras y las tropas, que reciben una dieta especial rica en proteínas, avanzan con dificultad, cargando con su propio equipo.

Cuando hay heridos o enfermos, "la evacuación es todo un reto", asegura Hooda. Trasladarlos hasta un helipuerto "puede llevar horas" y, si cae la noche, los helicópteros no pueden volar porque es demasiado peligroso.

Esta puede ser la razón por la que el balance inicial de tres muertos en los enfrentamientos del lunes pasó a 20 al día siguiente.

Otros 17 soldados gravemente heridos en los combates sucumbieron a sus heridas, tras estar "expuestos a temperaturas bajo cero en una zona de alta altitud", dijo el ejército.

- El destino más duro -

El terreno está a tanta altitud que los militares necesitan tiempo para aclimatarse a su nuevo destino, o corren el peligro de padecer el llamado mal de altura, un trastorno que puede causar la muerte en horas incluso a personas totalmente sanas.

"Para un ser humano medio que no es residente de la zona, sobrevivir ya es un gran desafío", dice a la AFP el coronel S. Dinny, que hasta 2017 dirigía un batallón indio en la región.

"Es uno de los lugares más duros en los que servir como soldado", insiste.

Normalmente, están en este destino durante dos años, con periodos de descanso. Los que fuman dejan de hacerlo rápidamente.

"Con tan poco oxígeno, más el tiempo, más el tabaco, las posibilidades de un ataque al corazón se disparan", añade.

El frío y la altitud tienen efectos en la vista, lo que conlleva desorientación en las tropas. El tiempo, que puede cambiar rápidamente, y el terreno montañoso dificultan las comunicaciones por radio.

A esto se suma que la "línea de control real" (LAC, por sus siglas en inglés) no está totalmente delimitada, lo que puede llevar a que soldados chinos o indios piensen que los otros están violando la línea.

"Ni siquiera se han intercambiado mapas para saber lo que la otra parte reivindica. No hay marcas fronterizas", señala el coronel Dinny.

Para evitar escaladas, los dos bandos han establecido protocolos detallados con el procedimiento a seguir y han acordado que nadie debe disparar.

Si patrullas rivales se encuentran, mantienen las distancias y despliegan banderas para avisarse mutuamente de que han dejado su territorio y tienen que volver.

ash-stu/rma/es/pc