Sentencia de justicia surcoreana puede ayudar a miles de adoptados a aclarar sus orígenes

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Nacida en Corea del Sur y educada en Estados Unidos, Kara Bos siempre supo que había sido adoptada. Pero cuando finalmente encontró a su posible hermanastra, ésta le cerró las puertas y llamó a la policía.

El viernes, en un veredicto muy esperado, un tribunal surcoreano va a decidir si Bos debe de ser reconocida legalmente como miembro de la familia de su padre biológico. La decisión sentará un precedente para unos 250.000 surcoreanos adoptados y podría ayudarles a ahondar en sus orígenes.

Bos, de 38 años, tenía dos cuando fue encontrada sola en un mercado al sur de Seúl. Diez meses más tarde, fue adoptada por una pareja de estadounidenses.

Sus orígenes no era un problema que le quitara el sueño hasta convertirse en madre. Cuando vio a su hija de dos años, imaginó "lo que significa abandonar a un niño de esta edad".

"Pensé en el dolor atroz que mi madre tuvo que sentir al hacerlo y me pregunto qué circunstancias la llevaron a tomar esa dolorosa decisión", dice.

Todos sus esfuerzos para encontrar a sus padres biológicos en los registros de adopción fueron en vano. En 2016 introdujo su ADN en una página en internet de genealogía y encontró una correspondencia con un estudiante coreano en el extranjero.

- "Liberada por la verdad" -

Entraron en contacto y vieron que su parentesco procedería del abuelo del joven, que sería el padre de Bos y la única persona que podía decirle dónde estaba su madre.

Pero la familia de este joven estudiante no quiso recibirla ni darle datos sobre su padre.

"Perdí la cuenta de los correos que envié prometiéndoles guardar el secreto", recuerda. "Fui incluso a suplicar, ante la casa de la hija mayor, que me dejaran verlo cara a cara. Pero se negaron y llamaron a la policía", dijo.

Entonces, decidió acudir a la justicia, para obtener la dirección de su padre biológico. Cuando llegó a puerta de su casa y le preguntó en un coreano básico si reconocía su rostro, él la miró y la despachó sin miramientos, recuerda.

Pero una prueba de ADN ordenada por la justicia concluyó que el hombre era en un 99,987% su padre.

"Grité", dice la mujer. "Me sentía liberada por la verdad".

Ahora, Bos quiere que se la incluya en el registro civil como miembro de la familia. Si lo consigue el viernes, sería una decisión inédita en el país referente a un niño adoptado. Le daría también el derecho a heredar y a pedir la nacionalidad.

Unos 250.000 surcoreanos fueron adoptados desde 1950, la mayoría por familias extranjeras, según las cifras oficiales. El país fue durante mucho tiempo uno de los destinos más solicitados entre las personas que querían adoptar.

Tras la guerra de Corea (1950-1953), la adopción fue también la manera de librarse de niños nacidos de las relaciones entre los militares estadounidenses y las surcoreanas, en un momento en que el país defendía la homogeneidad étnica.

La sociedad surcoreana sigue siendo muy conservadora y patriarcal y hay madres solteras que tienen que abandonar a sus hijos cuando nacen.

El derecho surcoreano defiende más el derecho a la vida privada de los progenitores biológicos que los intereses de los niños adoptados. Por ello, el secreto invade estos procedimientos.

Kara Bos piensa que nació de una relación extramatrimonial. "Tal vez el último intento de alguien para tener un hijo varón. Y como fui niña, me abandonó", apunta.

Espera que una decisión a su favor obligue a su padre a hablarle y contarle algo sobre sus orígenes. "Creo que saber de dónde venimos es algo que forma parte de nuestra esencia", asegura.

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