Los cristianos siríacos de Turquía luchan por su futuro y sus tradiciones

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Endomingados, algunas decenas de fieles se prosternan en silencio en una iglesia siríaca del siglo VI en Mardin, en el sureste de Turquía, para asistir a una de las últimas misas de esta comunidad cristiana de Oriente, que aún reza en arameo.

Solo quedan 4.000 siríacos (también llamados asirios o asiro-caldeos) residentes en esta región donde la violencia y la pobreza expulsaron a la mayoría de sus correligionarios de Turquía en el siglo XX.

La diáspora está ahora dispersa en Europa, con más de 100.000 personas viviendo en Alemania y casi otras tantas en Suecia.

Decenas de miles de asirios residen también en Bélgica, Francia y Holanda, y otros 20.000 en la capital económica turca, Estambul.

Hoy, los últimos representantes de esta comunidad, que reza en la lengua aramea que Jesús habría utilizado, luchan por mantener vivas sus tradiciones.

Yuhanun Akay, de 40 años, vive en la región histórica de Tur Abdin ("La montaña de los servidores de Dios"), en la localidad de Gülgöze, en la provincia turca de Mardin.

En otros tiempos, centenares de familias vivían en esta localidad, de varios siglos de antigüedad, labrando la tierra.

Hoy solo quedan tres familias, entre ellas la de Akay, un agricultor padre de ocho hijos.

"Antes había siete sacerdotes en este pueblo, y tres iglesias, una en cada barrio, desbordantes de gente" relata a la AFP.

- "Difícil" -

Según Evgil Türker, dirigente de la Federación de Asociaciones Siríacas, hay 2.500 iglesias y 300 monasterios en Tur Abdin.

Türker está también preocupado, y alude a las dificultades económicas y a "presiones políticas", pese a que la población ha aumentado recientemente.

Cuando era primer ministro entre 2003 y 2014, el actual presidente Recep Tayyip Erdogan alentó a quienes habían abandonado Turquía a regresar, un llamado acompañado por la restitución de bienes que habían sido expoliados.

Aunque ello alimentó la esperanza de revitalizar a estos antiguos pueblos, la mayoría de los asirios solo regresan para las vacaciones de verano, y sus casas permanecen vacías el resto del año.

Akay no está solamente preocupado por su religión, también su idioma está en peligro. Así, cuenta que la escuela donde aprendió el arameo-siríaco ya no existe.

"Es muy difícil. Ya no queda nadie para enseñar" a los niños, se lamenta.

- Pareja desaparecida -

Varios asirios resultaron muertos en 1915, en paralelo a la matanza por parte de las autoridades otomanas de centenares de miles de armenios, durante la Primera Guerra Mundial.

Los supervivientes y sus descendientes abandonaron progresivamente Turquía en el siglo XX, en particular en los años 1980-1990 debido a los enfrentamientos entre el ejército y la rebelión kurda en el sudeste.

El temor a nuevas persecuciones se avivó este año tras la desaparición en enero de una pareja mayor, perteneciente a la minoría católica asiro-caldea, en Sirnak, cerca de la frontera con Irak.

El cuerpo sin vida de la esposa fue hallado en marzo, pero el marido sigue desaparecido.

También suscitó preocupación la detención de un sacerdote siríaco ortodoxo, Sefer Bilecen, acusado de "actividades terroristas" por las autoridades.

Türker forma parte de los que retornaron de Europa. Dice tener la responsabilidad de servir a su comunidad en Turquía. "Es mi país" afirma.

Pero Akay es pesimista. "Es como si nuestro idioma se evaporara poco a poco" asegura. "Que una religión como la nuestra, que un pueblo como el nuestro desaparezcan es algo muy grave, y muy triste".

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