Las fronteras en la UE ante el riesgo de una apertura desigual

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Europa se enfrenta al dilema de reabrir al unísono sus fronteras interiores para reanimar su economía y recuperar a su vez una de sus señas de identidad, el espacio de libre circulación, a pesar de que la pandemia sigue latente.

A este desafío, se le suma el mantenimiento de la unidad respecto a una reapertura de las fronteras con los países de fuera de la Unión Europea (UE) y del espacio Schengen. Por el momento, están cerradas hasta el 15 de junio, pero algunos países presionan para reabrirlas.

El 15 de junio podría ser el Día D del turismo, espera el canciller italiano, Luigi di Maio. Países como Francia, Alemania, Austria y Suiza, este último no miembro de la UE pero sí de Schengen como Noruega, Islandia y Liechtenstein, prevén reabrir sus fronteras.

Grecia prevé ese día reabrir sus aeropuertos a los turistas, pero sólo para una lista de países, que excluye por ahora a Italia, España, Francia y el Reino Unido, los países europeos más golpeados por la pandemia que ha dejado más de 176.000 muertos en el Viejo Continente.

Para intentar coordinar el levantamiento de las restricciones a la libre circulación, cuya decisión corresponde a cada país, la Comisión Europea propuso que se hiciera primero entre países o regiones con situaciones epidemiológicas similares.

La canciller española, Arancha González Laya, en cuyo país el sector del turismo representa el 12% del PIB, abogó por que todos los países "de manera consensuada" decidan los criterios a aplicar, sin descartar no obstante una reapertura "asimétrica" de las fronteras.

"Si cada país decide cuáles son los criterios, vamos a incurrir en un ejercicio probablemente de discriminación (...), fragmentar ese espacio de libertad que es el espacio Schengen", advirtió el jueves González Laya, a la radio pública española RNE.

- "La tentación" -

España prevé levantar el 1 de julio la cuarentena impuesta a los turistas extranjeros que entren al país, mientras que, al otro lado de Europa, los tres países bálticos -Lituania, Estonia y Letonia- crearon entre ellos una zona común de libre circulación.

La analista Marie de Somer, del European Policy Centre, advierte no obstante que "un espacio Schengen dividido en diferentes zonas de libre circulación sería desastroso, las consecuencias a largo plazo serían muy malas, ya que no habría una zona única".

Si algunos países deciden unilateralmente abrir sus fronteras a los viajeros de todo el mundo, ¿esto no podría llevar "a algunos países europeos a cerrar sus fronteras internas como respuesta?", se pregunta la experta.

Adoptada en marzo de manera coordinada entre la Comisión y los países del bloque, el cierre de las fronteras exteriores está en vigor hasta el 15 de junio, pero muchos países ya empiezan a estudiar si reabrir completamente las fronteras o flexibilizar las medidas.

Grecia, otro de los países más turísticos de la UE, ya anunció su intención de acoger a partir del 15 de junio a turistas de países de fuera del bloque, mientras que Francia evoca reabrir su territorio a partir del 1 de julio a "una lista" de naciones.

Pero permitir la entrada a ciertas nacionalidades, aunque sea con "medidas específicas" como planea París, puede acarrear problemas diplomáticos y plantea dudas sobre los criterios en los que se basaría.

Aunque las restricciones a la libertad de circulación en Schengen no son nuevas -algunas introdujeron controles tras los atentados de París o la crisis migratoria de 2015 y 2016-, la crisis del nuevo coronavirus consiguió que se generalizaran como nunca antes.

Algunos países las introdujeron sin avisar a sus vecinos, provocando atascos en las fronteras, problemas para los trabajadores transfronterizos y temporales, bloqueando a ciudadanos fuera de su país y generando tensiones entre países.

"La tentación" de cerrar las fronteras "siempre estará ahí", apunta Eric Maurice, de la Fondation Robert Schuman, quien plantea la idea de "instaurar mecanismos de concertación y quizás prever procedimientos en caso de abusos".

"Todo el mundo ve que esto tiene un coste económico y plantea la cuestión del respeto de las libertades públicas", señala el experto.

El fin de Schengen, en cambio, no es para hoy, dice Sylvain Kahn, profesor en Sciences Po. Los ciudadanos, "apegados" a la libre circulación, "aceptaron el cierre porque piensan que es coherente con el confinamento, pero esperan la vuelta a la situación anterior", apuntó.

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