El tratado "Cielos Abiertos", el ojo de la OTAN en Rusia

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El tratado "Cielos Abiertos" ("Open Skies"), denunciado por Estados Unidos y Rusia, fue concebido en 1992 para "promover la confianza y la previsibilidad" en las actividades militares de los países firmantes, gracias a vuelos conjuntos de observación no armados.

Entró en vigor en enero de 2002 y fue suscrito por 35 países, entre ellos Estados Unidos y Rusia, que en los últimos años se acusaron recíprocamente de violarlo.

Rusia anunció el viernes su salida del tratado, pocos días antes de la toma de posesión del demócrata Joe Biden en Washington.

La OTAN recordó que "la aplicación selectiva de sus obligaciones" por parte de Rusia comprometía "desde hace cierto tiempo" el tratado.

En octubre de 2019, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya había avisado de que consideraba abandonarlo, ante lo que Washington consideraba repetidas maniobras ilegales de Moscú. Sus aliados de la OTAN intentaron disuadirlo, pero la retirada se formalizó el 22 de noviembre de 2020.

"Rusia ha violado de forma flagrante y continua el tratado, durante años y de diversas maneras", recordó el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, el año pasado.

"Parece que Moscú utiliza las imágenes del régimen 'Cielos Abiertos' para apoyar una nueva doctrina rusa agresiva que consiste en tomar como blanco infraestructuras esenciales en Estados Unidos y Europa" dijo.

El tratado permite llevar a cabo vuelos de observación conjuntos no armados por encima de los territorios de los Estados firmantes, y tomar imágenes con la ayuda de sensores de resolución predefinida. Permite también a todos los Estados pedir imágenes tomadas por vuelos realizados por otros países.

"Su particularidad reside, sin embargo, en el hecho de que en esos vuelos, representantes del Estado observador y del Estado observado pueden sentarse juntos en un mismo avión", subrayan Alexander Grief y Moritz Kütt, investigadores del Institute for Peace Research and Security Policy de Hamburgo (Alemania).

El pacto era minucioso: preveía los aeródromos de despegue y aterrizaje para los vuelos conjuntos, los puntos de entrada y salida del Estado que era objeto de vigilancia e incluso los aeródromos de aprovisionamiento de carburante. Estados Unidos y Rusia tenían respectivamente cuatro aeródromos "Cielo Abierto".

El fin del tratado supone un percance importante para los aliados europeos, que pierden informaciones importantes, pues la mayoría de ellos no poseen satélites de reconocimiento.

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