A FONDO-"Echo de menos bailar": los ancianos surcoreanos lamentan la pérdida de espacio recreativo

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Jeong Nam-poong, de 89 años, y Jang Yoon-hui, de 80 , bailan con mascarillas en un parque de Seúl, Corea del Sur, el 19 de mayo de 2020. REUTERS/Minwoo Park
Jeong Nam-poong, de 89 años, y Jang Yoon-hui, de 80 , bailan con mascarillas en un parque de Seúl, Corea del Sur, el 19 de mayo de 2020. REUTERS/Minwoo Park

Por Cynthia Kim

SEÚL, 20 may (Reuters) - Durante años, Jeong Nam-poong ha disfrutado de entretenimiento en unas discotecas diurnas llamadas "colatecas" que atienden a personas mayores, a menudo perdiendo la noción del tiempo mientras bailaba el jitterbug bajo luces de hadas y bolas de espejos.

Ya no puede hacerlo.

Como las colatecas están en su mayoría cerradas después de que las infecciones de coronavirus vinculadas a los clubes nocturnos despertaran el temor a una segunda ola de contagios en Corea del Sur, este hombre de 89 años duerme ahora seis horas durante el día y juega en internet al Janggi, una versión coreana del ajedrez, para matar el tiempo.

"Echo de menos bailar", dice este jubilado, que era dueño de una tienda de herramientas y ha estado viviendo solo desde que su esposa murió hace 19 años. "Es tan deprimente no tener a nadie con quien hablar en todo el día. Allí no sólo bailo, sino que hay gente con la que hablar, beber té y jugar al Janggi."

Deseoso de moverse y charlar, Jeong y cuatro de sus amigos de las colatecas se reunieron el martes en un parque de Seúl por primera vez desde finales de febrero.

El equipo —un teniente coronel retirado, una exhotelera, un instructor de jitterbug y una ama de casa— se reunieron y pusieron música jitterbug en YouTube, todos con mascarillas pese a que el sudor les goteaba por la cara.

En un país donde los ancianos son los más deprimidos y empobrecidos de entre las naciones ricas, las colatecas —una combinación del refresco de "cola" vendido en estos establecimientos y el término "discoteca"— ofrecían consuelo a cientos de miles de ancianos como Jeong.

La entrada cuesta sólo 1.000 wones (0,82 dólares o 0,74 euros), y una sopa de kimchi o una de pasta de soja con un tazón de arroz cuesta 5.000 wones en muchos casos, según dicen Jeong y sus amigos.

El número de surcoreanos de la tercera edad está aumentando más rápido que en cualquier otro país desarrollado, pero los negocios que dan servicio a los ancianos son algunos de los más afectados por la pandemia.

Corea del Sur, que en su día tuvo el segundo mayor número de casos después de China, controló la propagación del virus sin tener que tomar medidas severas como imponer un confinamiento nacional u obligar a los negocios a cerrar. Ahora tiene unos 11.000 casos, una cifra muy por debajo de las registradas en Europa o el continente americano.

Sin embargo, un pico en las infecciones a principios de mayo en el distrito de vida nocturna de Itaewon, en Seúl, provocó el cierre de discotecas y bares en todo el país, después de semanas de casi ningún nuevo caso de coronavirus por contagio en territorio nacional.

Yoon Ji-won, la exhotelera, dice que los jóvenes coreanos les han quitado su "patio de recreo".

"¿Por qué debemos sufrir? Llevamos mascarilla y nos ponemos desinfectante antes de bailar. Todos hemos tenido mucho cuidado de no meternos en ningún tipo de problema porque sabíamos que podría matarnos de verdad. Ya sabes, a mi edad...", dijo la mujer de 61 años.

Otro veterano del jitterbug, que se identificó sólo como "Qingdao Wind", dice que ha pasado de las colatecas al senderismo y al cámping porque sus amigos bailarines están ahora pasando tiempo en Geomdansan, una montaña cerca de Misari, al este de Seúl.

"También me gusta acampar, pero no hay nada como deslizarse por la pista de baile con una pareja y algo de música", dijo.

(Información de Cynthia Kim; información adicional de Minwoo Park, Do-gyun Kim, Chaeyoun Won; Editing by Gerry Doyle; traducido por Tomás Cobos)