Los servicios secretos podrían reforzar su papel de vigilancia sanitaria

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Los servicios secretos habían visto venir el coronavirus pero no fueron escuchados por sus gobiernos y a partir de ahora podrían reforzar su papel de vigilancia del riesgo sanitario.

El COVID-19 tomó por sorpresa a media humanidad. Todavía se desconoce quién fue el paciente cero y el origen de la enfermedad.

Para los espías, que hacen la labor de vigilancia, es ante todo "un problema de definición y de previsión de los políticos, no de los servicios" de información, dice Alain Chouet, un antiguo responsable de los servicios exteriores franceses (DGSE), molesto por la sospechas que pesan sobre algunos de sus antiguos colegas.

"De epidemias tenemos una de media cada cinco años, tendría que haber sido una preocupación de las autoridades políticas francesas", afirma.

Lo confirma el profesor Robert Blendon, de la Universidad de Harvard, que explica que los servicios estadounidenses habían identificado desde hacía tiempo el riego epidémico y "advertido al presidente Donald Trump que tenían pruebas de una potencial epidemia en gestación".

Desde hace tiempo, los servicios secretos supervisan el riesgo sanitario, como fue el caso de los estadounidenses, que se interesaron de cerca por el VIH.

"Al final de los años 1990, los informes relacionan la seguridad sanitaria a los riesgos de hambruna, de sequía e incluso de guerra", recuerda Damien Van Puyvelde, profesor de inteligencia y seguridad internacional en la Universidad de Glasgow (Escocia).

En enero del 2000, un informe de la CIA hablaba de la amenaza de las enfermedades infecciosas a nivel mundial. Todo este trabajo "habría merecido que lo tomaran más en serio en las cancillerías", apunta.

Pero según Blendon, los responsables políticos son reacios a movilizar grandes presupuestos para una amenaza hipotética.

"La cuestión importante es saber si vamos a aprender y a invertir para que dentro de cinco o diez años, cuando ocurra otra vez, los países puedan reaccionar más rápido".

- Riesgo sanitario -

El impacto económico, social y geopolítico del nuevo coronavirus es tal que esta cuestión podría sumarse a la lista de prioridades de los servicios de seguridad, que disponen de recursos humanos pero también de satélites, señales electromagnéticas o sistemas de supervisión de las redes sociales.

"Estos medios podrían ser parcialmente útiles cuando un país intente esconder el alcance de una epidemia", dice Van Puyvelde.

El 11 de septiembre de 2001 dio un vuelco a la concepción del contra-terrorismo y la COVID-19 podría dar una nueva dimensión a la anticipación del riesgo sanitario.

Según Vadim Koziulin, un experto del centro de seguridad independiente PIR de Moscú, esta cuestión será "una nueva prioridad" en Rusia y se crearán "nuevos departamentos de seguridad epidemiológica", en manos de los mismos equipos que ya supervisan desde hace años el riesgo nuclear y biológico.

"El choque de la pandemia engendrará una demanda de implicación nueva de los actores de la defensa y de la seguridad en estas cuestiones, incluso por parte de los servicios de información", dice el Instituto de Investigación Estratégica de la Escuela Militar Francesa (IRSEM), en un documento publicado el jueves.

Según el IRSEM, la crisis de la COVID-19 no se puede considerar "un error" de los servicios secretos y advierte que podría llevar de nuevo a "actores no estatales a intentar comprar armas biológicas".

En este contexto queda por ver si los médicos pueden convertirse también en fuente de información.

"A los médicos les gusta compartir lo que saben, incluso publicarlo, lo que molesta a todos los responsables de inteligencia", bromea Benjamin Queyriaux, un médico epidemiólogo que fue consejero de la OTAN en Bruselas.

Pero ahora los dos mundos tendrán que compartir información y preocupación, según Queyriaux. "Si queremos avanzar, estamos condenados a colaborar y confiar unos en otros", afirmó.

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