Restaurantes bolivianos buscan mantenerse con repartos a domicilio en cuarentena

Compartir
Compartir articulo

Una docena de jóvenes se prepara a todo vapor en el restaurante Manq'a, de La Paz, para lanzar el servicio de delivery. El negocio languidece tras siete semanas de cuarentena por el coronavirus y obliga a una reingeniería.

En Manq'a ("comida" en idioma aymara) ha llegado el momento de usar la inventiva para adecuarse a los tiempos de la pandemia, que en Bolivia registra más de 1.800 contagios y ha provocado la muerte de 86 personas.

El local, ubicado en el barrio de Sopocachi en el centro de La Paz, trabajará a puerta cerrada y ofrecerá entregas a domicilio de platos como lechón al horno y hamburguesas de lenteja y pollo con hierbas andinas, a precios que rondan los 5 dólares más el costo del transporte.

Aunque el servicio de comida a la puerta no es nuevo, ahora representa la única vía de reactivación y subsistencia. Como Manq'a, una treintena de negocios similares de la capital boliviana reabrirán sus cocinas esta semana para prestar un servicio acorde al distanciamiento social.

"Estamos buscando la manera de reinventar nuestros negocios", dice a la AFP la encargada de Manq'a, Luz Bustillos, de 30 años.

En el acceso a la cocina hay un letrero que ordena el "uso obligatorio de barbijo, rejilla (para la cabeza) y ropa de cocina". Además, se usan varios tipos de desinfectantes para mantener la limpieza y prevenir contagios.

Bustillos dice que el negocio venía mal desde antes de la emergencia sanitaria, por la fuerte convulsión política que sacudió a Bolivia en octubre y noviembre de 2019 y que condujo a la renuncia del presidente Evo Morales, después de elecciones anuladas por denuncias de irregularidades.

"Estamos todos trabajando con toda nuestra voluntad, con toda nuestra creatividad", agrega.

En tiempos de coronavirus, la prioridad es eludir la enfermedad.

"La relación con el cliente siempre era frente a frente, hablar, reír, conversar", dice a la AFP el jefe de cocina, Gabriel Vargas, de 28 años, que se resigna a reinventar el contacto con el público.

El servicio de repartos también es la nueva estrategia para mantener las ventas del convento de las monjas Clarisas, ubicado en la ciudad central de Cochabamba.

Tradicionalmente, este establecimiento de monjas de clausura, como otros, obtiene recursos de la venta de productos de repostería artesanal, mermeladas, vinos, licores caseros y otros alimentos elaborados, así como de artículos religiosos. Pero hasta ahora no contaban con promoción en internet ni servicio de entregas.

"Conocimos a una joven que nos propuso crear un catálogo con nuestros productos", explica por teléfono a la AFP la hermana Carla Inés, vicaria del convento.

- En riesgo -

Bolivia está bajo cuarentena desde el 17 de marzo para frenar el virus.

El gobierno suspendió las actividades de los sectores público y privado, y el transporte público. Además, ordenó que las personas solo transiten a pie una vez a la semana y hasta el mediodía.

Los aeropuertos y las carreteras locales e internacionales comenzarán a abrirse gradualmente desde fin de mes.

En las calles de La Paz, como en el resto del país, reina el silencio y solo se ven algunos vehículos con autorización para circular. Los comercios están cerrados y los sitios turísticos están vacíos.

Eric Torres, de 30 años, conductor de una motocicleta -el vehículo preferido para las entregas a domicilio- espera afuera de un patio de comidas, en el centro de La Paz, a que le llegue una nueva orden. Porta casco y tapabocas, pero no oculta su temor.

"Todos tenemos esta preocupación (de enfermarse), más que por nosotros, por nuestras familias, porque si agarramos el virus lo podemos llevar a nuestra familia", dice.

str-jac/fj/mls/piz/gma